Una nueva arca

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Por Fabián D´Amico

Nueva puesta del clásico de Pietro Garine y Sandro Giovannini. Se destacan Sabrina Artaza y Deborha Turza.

Los clásicos teatrales, sea cual fuera su género, son aquellas piezas que perduran en el tiempo y cuyas reiteradas reposiciones no desgastan su eficacia. Dentro del teatro musical títulos como Mi bella dama, Hello Dolly y La novicia rebelde, con muchos años y puestas sobre sus espaldas, ilustran ese fenómeno de permanencia y afinidad con el público. En nuestro país, El diluvio que viene puede considerarse un “clásico” y para muchas generaciones el primer acercamiento a la comedia musical.

Desde su estreno con José Ángel Trelles, Vicky Buchino y Graciela Pal, muchos Silvestres, Clementinas y Consuelos continúan repartiendo su mensaje de esperanza y optimismo por un mundo mejor en nuestros escenarios. Luego del suceso en Mar del Plata en la temporada 2011 y de sus reposiciones hasta la fecha, el musical de Pietro Garine y Sandro Giovannini capitaneado por Juan Duran realiza una breve temporada de verano en el Opera, sitio emblemático de las otrora grandes producciones de musicales internacionales en nuestra cartelera.

Un simple cura de pueblo recibe el llamado del Dios encargándole la construcción de una barca para salvar a su comunidad del nuevo diluvio universal. La ardua tarea del sacerdote para convencer de esto a su comunidad, el amor platónico y naif hacia el cura por parte de una de sus feligresas, la avaricia del intendente del pueblo y la aparición de una mujer de vida ligera que altera a los hombres del, son los nudos temáticos de la pieza que abren el camino para bellas y pegadizas melodías.

Temas añejos para la vorágine de una sociedad actual pero tratados por los autores de manera tan amena que permiten la vigencia de una fábula simple y tradicional. Juan Durán conoce a la perfección el papel y los resortes del mismo como para adueñarse de la platea de manera inmediata. Pero en la actual puesta las verdaderas protagonistas son las mujeres del elenco.

Sabrina Artaza, en su primer protagónico, demuestra sobradas virtudes como para apoderase de las miradas del público en cada una de sus intervenciones, robándose en muchos momentos el protagonismo de la escena con su frescura y espontaneidad. Comediante nata, buena cantante y mejor bailarina, Artaza logra con su Clementina posicionarse como uno de los nuevos talentos del musical nacional. Junto a ella, Deborha Turza vuelve a brillar en el género con un papel soñado para cualquier actriz como lo es la Clementina y queda de manifiesto su lograda performance con la ovación que le ofrece el público en el saludo final. Completa el trío femenino en un papel menor pero bien resuelto Carolina Pujal como Hortensia, la madre de Clementina. El resto del elenco y ensamble cumplen con correctas actuaciones.

La dinámica puesta de Manuel González Gil, la supervisión musical de Martín Bianchedi y la escenografía fiel a la original que se aggiorna con el agregado certero de proyecciones que reemplazan a las tradionales lunas y arcoíris corpóreos denotan un loable esfuerzo de producción. Las generosas dimensiones del escenario del Opera dan aire a la eficaz y plástica coreografía de Ruben Cuello quien logra un buen trabajo no solo del ensamble sino de todo el elenco.

Un musical inoxidable para ver con una sonrisa de principio a fin y salir del teatro tarareando los temas musicales, virtud que solo logran los verdaderos clásicos

Foto: Shows Argentinos