Retrato de dos seres felices

Por Silvia Sánchez

Entrevista a María Rojí y Jorge Priano

María Rojí y Jorge Priano son de esas personas a las que uno quiere que les vaya bien. Son de esa gente por la cual uno siente un cierto afecto aunque hayan pasado cinco minutos de haberlos conocido. De los que uno elegiría para tomarse un cafecito o compartir una noche de copas con la certeza de que la pasaría muy bien.
María y Jorge están felices y se les nota. Se les nota mucho. Y como son tipos queribles, uno comparte algo de esa exultante alegría porque -aunque no los conozca- uno siente que se lo merecen, que deben haber batallado mucho hasta haber llegado a ese lugar en el que hoy están. Algo así como un acto de justicia, en un mundo decididamente injusto.

María y Jorge se meterán – en pocos días nomás- en la piel de Ulla y de Roger de Bris, una femme fatal y un director mediocre, los personajes que les han tocado en suerte en Los productores, la obra de Mel Brooks (¡el del superagente 86!) que con bombos y platillos se estrenará la semana próxima en el teatro Lola Membrives con dirección general de Ricky Pashkus y con los “capocómicos” Guillermo Francella y Enrique Pinti a la cabeza.

Aunque los dos digan que no, algo hay de esa sensación -victoriosa y humana- de haber llegado.
Ella tiene las piernas mas largas del mundo y una sonrisa que no descansa. Si hubiera que hacer una publicidad sobre la plenitud, María sería la imagen perfecta. Está apurada ya que en unos minutos tiene que estar en los estudios de Martínez para meterse en la piel del personaje que interpreta en la telenovela El patrón de la vereda junto con Gustavo Bermúdez, un personaje según ella controversial, introspectivo, muy alejado a la Ulla sexy y provocativa que interpreta en Los productores. Pero el apuro no le impide derrochar amabilidad y tiempo. Es que a María le encanta su profesión y le encanta hablar de lo que le encanta.
Dice que llega a Los Productores, después de una larga vida, aunque no quiera decir su edad ni por asomo.
-“Treinta y dos, ponéle...” dice la bellísima rubia y suelta una carcajada como para dar por sentado dos cosas: que tiene más de 32 y que ha aprendido el gesto básico del divismo: no decir nunca la edad verdadera.
Al parecer, todo comenzó para María “desde siempre”: -“Toda la vida quise ser actriz, ya desde el colegio en donde hacía musicales con luces, sonido y hasta vestuario. Un día me presenté por el diario a una audición para Jesucristo Superstar y quedé. De allí en más no paré”.
Y de allí en más habrá que creerle que no paró: El infierno de Pinti (por el que obtuvo el Premio ACE a la revelación femenina), La ópera de los tres centavos, Nine, Pericón.com.ar, Sueño de Sirenas, Cats, Films, Aquí no podemos hacerlo, Payasos Imperiales, Boeing-Boeing, Todos tenemos problemas sexuales, son algunos de los tantos trabajos en los que participó. También probó con la tele (El arcángel, Circo Romano, Campeones, Son Amores, Rebelde Way entre otros) y muy pronto llegará a su vida el cine, en una película sobre la vida de Walter Ríos que comenzará a rodarse en abril y que la tiene muy entusiasmada.
Para María es muy importante la formación (que la ha llevado desde el San Martín hasta lo del también querible Osky Guzmán) pero también el boca a boca:
-“Para mí es muy importante que –por ejemplo- Enrique Pinti haya querido que estuviera acá...eso me llena de orgullo...y es algo que suele sucederme”.
Ulla -el personaje que la tiene tan feliz- es una seductora irresistible que creció al amparo de una madre que todo el tiempo la incitó a mostrar y a cotizar sus “atributos”, algo que Ulla explota con el objetivo de ser estrella de musical.
Pero como las cosas no son tan lineales –parece que en el teatro tampoco - Ulla se enamora y todo se complica.
María no quiere contar mucho más, pero uno tiene la sensación que Ulla es un personaje cuyo tono, bien podría ser el suyo: -“Ulla es una sensible, se enamora, tiene muchos matices, no tiene nada que ver con esas rubias taradas que uno odia”.
Mientras María sonríe, habla sin parar y sigue practicando gestos de futura diva
-porque son mas de las cuatro y media de la tarde y ella sigue allí aunque la esperen para grabar en otro lugar- Jorge contempla el dialogo entre la actriz y Mundoteatral, con una sonrisa que compite con la de la rubia.
Como ella, también él ha aprendido (y está muy bien) el paso básico camino al estrellato:- “Poné que tengo entre noventa y la muerte...” dice también el matándose de risa y sentenciando al silencio de ahora en más, en cuanto a cuestión de edad se refiere.
Para Jorge, un enamorado de la comedia musical, las cosas no estuvieron tan claras como para María: -“Yo era perito mercantil, estudiaba para contador público y en esos momentos trabaja en el Banco del Oeste, un banco que hoy no existe más. Ni por asomo soñaba con este mundo, pero un día una compañera de trabajo me dijo que yo tenía que ser actor, que porqué no probaba, que era muy gracioso”.
Y allí fue Jorge nomás, a estudiar teatro con sus 23 años a la Manzana de las Luces, para hacerle caso a su compañera bancaria, la cual no se equivocó.

Al igual que María, Jorge tampoco paró: Club Casino, Frankestein, El mago de Oz, Sorpresas, Las invasiones inglesas, Los Borgia, Buenos Vecinos, La noche de Moria, son algunos de sus tantos trabajos y la lista continúa. Hizo de todo y sobre todo, al lado de Pepe Cibrián, tal vez el responsable de que hoy Jorge diga que los musicales son “su perdición”, algo que ni remotamente se le pasaba por la cabeza cuando en sus inicios arremetía con la seriedad de un Gorostiza o un Dragún. Haber hecho “de todo” quiere decir por ejemplo haber participado del teatrazo del 85 invadiendo con teatro los subtes o haber trabajado durante cuatro años haciendo shows para turistas en las playas de Brasil.
A Los productores llegó luego de tres audiciones y está feliz de trabajar junto a esos dos monstruos a los que siempre vio desde la pantalla o la butaca. Su personaje es Roger, un director muy gay y kitch por el cual está ensayando –como el resto de la compañía- desde hace tres meses.
Entre sus futuros proyectos está el de retomar sus clases de canto para recobrar los agudos que perdió y las ganas de hacer tele, tal vez para ver si puede repetir la hazaña de hace algunos años cuando llegó a Buenos Vecinos por dos capítulos, y se quedó catorce.
Tanto María como Jorge están felices no sólo por sus roles personales dentro de la obra, sino también porque se han sentido muy bien tratados por la producción.
Y si bien no paran de hacer planes, saben que Los productores tiene tela para largo rato, al menos, piensan seguir con ella hasta el 2006.

Ya es tarde. María se va volando a la grabación de la novela y uno la mira irse y piensa que sí, que tiene todo para ser una estrella. -“El otro día le decía a Víctor Laplace que yo quería actuar...pero no tanto”, dice susurrando.
Jorge sonríe y mientras la figura de su compañera desaparece corriendo por la puerta lateral del teatro, la suya queda contemplando el escenario, como suspendida en un sueño, como buscando palabras para poder explicar lo que está sintiendo. De repente parece haberlas encontrado, entonces se da vuelta y dice:
-“Lo único que quiero es seguir trabajando, porque es lo que me hace gozar. Y ser feliz”.
Y uno no puede dejar de creerles. Y de gozar con ellos.