Prepotencia de trabajo

Por Silvia Sánchez

Entrevista a Mirta Wons, integrante del elenco de Rita, la salvaje.

Hace algunos años, Juan Carlos Baglietto cantaba una canción que se llamaba Actuar para vivir. Si Mirta Wons fuera al programa Letra y música de Silvina Chediek y se viera obligada a definir su vida con el nombre de una canción, seguramente sería ese. O al revés: vivir para actuar.

Esta mujer -de cuarenta años y ojos celestísimos- es una fanática de su profesión. Pero este mundo -que veces le parece injusto y la hace sufrir- es un mundo relativamente nuevo para Mirta. Siendo maestra jardinera, recién a los veintidós años hizo su primer “cursito” con Hugo Midón. Y le gustó. Pero antes de seguir, Mirta fue empleada del Ministerio de acción social de la Provincia de Buenos Aires -experiencia que según ella, le abrió muchísimo la cabeza-, vendió bijouterie en el Once, cuidó chicos y hasta fue secretaria. En fin, hizo de todo. Hasta que un día -dejando atrás tanta diversidad laboral y luego de estudiar comedia musical con Ricky Pashkus y Carlos Gianni y teatro con Ricardo Bartís y Saul Cherro- quemó las naves -como ella misma afirma- y se largó nomás.
-Arranqué con la publicidad y ya ahí, gané mi primer guita como actriz. Yo me acuerdo que vendía cassettes a la salida de “El salpicón”, y un día sentí que podía largarme. Era el año ‘96, no hace tanto, yo tenía 31. Al principio fue duro y debo decir, que a pesar de las diferencias personales que tengo con mis viejos, ellos me ayudaron mucho económicamente y yo estoy muy agradecida por eso. También los amigos, los de siempre. No los ocasionales o los que aparecen de repente.
Mirta enseguida encontró su “lugar en el mundo”: el musical.
-El musical es mi lenguaje -dice- me siento mucho más en casa allí, que haciendo una obra solo de texto. No se trata de juntar el canto, la danza y la actuación, es otra cosa... es algo más que eso. Es algo con convenciones propias, como la tragedia griega, como una sitcom. Es más -mucho más- que la suma de las partes- reflexiona Mirta.
Para la sin dudas actriz, Rita la salvaje -la obra que narra la vida de Rita, una famosa stripper rosarina de la década del cincuenta y que protagoniza la “aurática” Emme en el Maipo- la obra es más bien un “drama musical”, con toques de comedia y de humor negro. Allí encarna a La Tigra -colega tierna de la Rita joven y compañera de aventuras- y a la médica que atiende a Rita ya de grande en el lugar en donde está internada -ya que la obra apelando al flasback narra el pasado de Rita -interpretado por Emme- y su presente -interpretado por Lidia Catalano-.
-Me vi los videos que había de Rita, me leí los informes que sobre ella hizo Patricia Narvaez y laburamos mucho en el proceso de ensayos con el autor.
A la Rita verdadera la conocí en la conferencia de prensa y literalmente me morí.
Con sus 80 años, manejó la conferencia como quiso. El día del estreno de la obra se apareció en el escenario y yo me largue a llorar: sentí que se le había cumplido el sueño.
Para Mirta, Rita -la salvaje, la verdadera, la que para Fito Paez baila en Rosario norte y a la cual los muchachos quieren ver bailar- es una “Tita Merello que no llegó”. Una excelente definición para alguien que -con una vida densa y agitada- fue -según Wons- la primera en ponerse “en pelotas” en Rosario en los ‘50.
-Tenés que tener agallas para eso... dice Mirta.
Cuando una le dice que algo de esas “agallas’ parecen pertenecerle, Mirta se queda pensando y luego contesta: “Pero yo no me quedo en bolas....”.
Acto seguido se pone seria: “Yo soy judía y vengo de una tradición en donde el sufrimiento y el deber están a la hora del día. Luego de eso, viene el placer. Es más, creo que es cultural, si primero la pasas mal, después podés hacer lo que querés. Y yo siento que ahora, por ejemplo, estoy pagando un precio. Y sí, hay que tener agallas para hacer lo que uno quiere”.
-Yo quiero laburar, todo el tiempo quiero actuar. Y el deseo se paga caro. Me pregunto a cada instante ¿Por qué no me aprovechan más? Sobre todo en tele, que se aprovecha tan poco a los actores y es un medio que yo amo… Los actores enriquecen una tira, no hacen perder plata. La gente no es tonta, sabe lo que es bueno y lo que está hecho de taquito. Todavía se sigue hablando por ejemplo de Resistiré, una novela en la que todos los actores “componían” personajes y tenían protagonismo. Ojalá algún día lo entiendan todos.
Si bien para el común del público, Mirta es “la gordita cómica algo zarpada y que todo el tiempo parodia el clisé de la sensualidad”, ella sabe -y cuando uno la conoce un poco más también- que es mucho más que eso.
-Es difícil sacarse el registro cómico que a una le han colocado. El otro día veía Mujeres asesinas y me preguntaba porque a mí no me llaman para hacer algo así. Tenemos que ser más generosos con las posibilidades del otro y entender, que uno está al servicio del oficio y de lo que le toque componer.
Mirta no habla de otra cosa que de la versatilidad, palabra que en la vida común es mirada con cierta desconfianza pero que en el teatro se torna garantía de calidad.
-Hubo un año para mí en donde aprendí muchísimo y tiene que ver con esto de lo que venimos hablando. Fue el año en que hacía teatro con Norma Aleandro y Alfredo Alcón y a la vez, tele con Francella. Todos los días aprendía cosas distintas y desde lugares complementarios, ese año fue una beca realmente.
No se porque cuesta tanto entender que el teatro y la televisión no son experiencias ni ajenas ni incompatibles. Y que el que ama la profesión, puede hacer las dos cosas sin defraudar.
El aprendizaje de Mirta -que a esta altura bien podría apodarse La tigra- incluye cursos de todos los tipo y colores: “Siempre hay que estar estudiando porque sino te achanchás, estudiar te da elementos para evitar la pobreza de las cosas hechas de taquito”.
La entrevista -que debía durar tan solo media hora- se extendió porque así lo quiso Mirta, o mejor dicho, porque no pudo evitarlo en su afán de hablar del teatro, de la tele, de esta obra que la tiene tan contenta, en definitiva, del oficio del actor.
En su diminuto camarín -con la famosa foto del beso entre el Polaco Goyeneche y Pugliese y otra no tan famosa de Victoria, la beba de diez días de su mejor amiga- Mirta Wons parece desmoronar prejuicios previos: sobre todo los del imaginario colectivo que la asocian rápidamente a Francella o a Marley, o a esos juegos tan divertidos de “comehombres” que suele entablar. Pocos, muy pocos, saben de su amor también por el teatro en donde protagonizó Nine, Largo viaje del día hacia la noche, Doña Rosita la solterona, Stan y Oliver y Mi bello dragón, entre otros.
-Este año aprendí que no todos me tienen que querer, y en definitiva, debe estar bien que así sea...
Militante de la confianza, de la palabra, del talento ajeno -como el de Omar Calicchio, aclara- y del oficio del actor, Mirta dice que mas allá del trabajo que para ella es una forma de vida, los lunes y martes intenta practicar “la otra parte de la vida”: “El otro día me llamó un tipo para felicitarme por mi laburo en la obra, yo no sabía quien era. Y después de elogiar mi laburo actoral me dice: la verdad...no puedo dejar de mencionar los pechos que tenes”.
Mirta lanza una carcajada y tal vez ese pobre señor se entere leyendo esta nota, que esos pechos son de mentira, que si los toca va a encontrar alambres y almohadones. Así son los actores: creadores de ilusiones.

La producción fotográfica de esta entrevista es del Estudio Bottazzini Scherbacoff