Pequeño poema para enfrentar la intemperie

Por Silvia Sánchez

Respetando el universo de Duras, Intemperie crea uno propio lleno de música y poesía.

Basada en El Square de Marguerite Duras, Intemperie relata el encuentro casual entre dos personajes: una sirvienta de una casa rica, y un vendedor ambulante sin más compañía que una valija. Como muchas veces en Duras, los personajes no tienen nombre propio, son simplemente él y ella, acaso un modo de universalizar el conflicto que se presenta. Es que la obra de Duras, se ha ocupado de retratar la imposibilidad de la felicidad y la falta de identidad en un mundo signado por la guerra, la desmemoria y la desigualdad. En esos duros retratos, las mujeres ocupan un lugar central. Atravesadas por el dolor y los amores difíciles, la niña-mujer de El amante o la protagonista da Hiroshima mon amour son lo mismo: seres desvastados, heroínas que delatan una soledad imposible de menguar.

Es la soledad justamente, el hilo conductor de Intemperie, adaptada por Alejandra González y Claudia Carbonell y dirigida por la propia Carbonell. Pero a diferencia de la obra de Duras, aquí el aire es tierno y hasta esperanzador, lejos de ese espíritu desolador que caracterizó a la autora de El amante.

Reunidos por casualidad en un banco de una plaza, él y ella hablan de sus vidas: ella de su rutina de sirvienta, él de sus viajes vendiendo cosas; ella de su deseo de encontrar un hombre que la saque de su anonimato, él justificando la dignidad de su modesto trabajo. Usted viaja con la misma constancia con la que yo permanezco siempre en el mismo lugar, dice ella enfundada en un vestido tan gris como la vida que relata. Y él la escucha y parece -también por su propio relato- algo más heroico que ella, pero su mínimo patrimonio y su trajecito impecable lo evidencian como un espejo de ella, y al final de la puesta, su silueta en soledad lo demuestra. La intemperie de él y la de ella es mucho más que la de una plaza, es la intemperie de todos los personajes de Duras, la intemperie fruto de un mundo poco amable. Tal vez por eso, ella le agradezca a él “la amabilidad de escucharla”.

Pero esos personajes reunidos por azar en el banco de una plaza, han tendido un puente con palabras, han logrado poner el desencuentro en paréntesis y han podido suavizar el dolor con la modesta alegría que da la esperanza de un baile prometido.

El universo oscuro de Duras se aclara por eso; y por las muy buenas actuaciones de Alicia Muxo y Fernando Arman: exactas, delicadas y tiernas como sus personajes. Si a eso le suma la música de Fernando Lerman y las escenas del baile con sus lamparitas de colores; se logra un pequeño poema más que recomendable. Eso es Intemperie: un poema que respeta el sentido original de las palabras y que mediante elementos teatrales, aporta las propias, algo más luminosas.