Los queremos, son perfectos, no cambien!!!

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Por editor

El musical “Te quiero, sos perfecto, cambiá!” se reestrenó con una nueva puesta de Ricky Pashkus, donde descollan los 4 protagonistas.

Ayer tuve el privilegio de ver la primera función de la reposición del musical “Te quiero, sos perfecto, cambiá!”, material que siempre me interesó.
La obra de Joe Dipietro y Jimmy Roberts es tan “redondita”, tan poco pretenciosa, tan concisa y tiene un ángulo tan original de abordaje de la temática que la considero una propuesta sobre todo inteligente. Sin intelectualidades rebuscadas, desde lo coloquial y cercano, logra sin embrago que reflexionemos, y mucho, sobre la forma en la que nos relacionamos con los seres que amamos.
Lo que presenciamos son ni más ni menos que distintos encuentros de parejas o retratos de quienes pueden o no llegar a formarlas, hilvanados por una línea temporal que tiene que ver con la edad de esas relaciones. Así la primera cita, la ansiedad por la aceptación, la responsabilidad por la formalización del vínculo, la lucha contra la rutina y el agobio, las soledades que atraen los distanciamientos, irán pasando como cuentas de un rosario que nos lleva a final donde todo vuelve a empezar, una y otra vez. Porque así fue y seguirá siendo desde que Dios creó al hombre y la mujer.

Los muchos personajes son interpretados por 4 artistas, que solo para comenzar es justo llamarlos integrales. Sin ductilidad vocal y actoral la propuesta fracasaría al instante, cosa que no ocurre; sino por el contrario gracias a estas características presentes en todos los integrantes del elenco la obra alcanza niveles de sensibilidad e intensidad sublimes.
El dúo de varones elegidos para esta nueva versión, es óptimo, y no solo se lucen desde lo individual, sino que han potenciado las composiciones de ellas (que fueron hace 7 años, elenco original). Diego Ramos, sorprende y luce una gamma interpretativa que hasta ahora ningún otro proyecto musical le había permitido. Muy cuidado desde lo vocal, acierta en apoyar a sus criaturas en lo actoral, y hasta en reírse de su yo galán.
Guillermo Fernádez es una revelación, porque cuando todo podría presuponer que haría alarde de sus grandes condiciones de cantante, él opta por un camino de discreción, no siendo obvio y se entrega, como Ramos, a la aventura de componer. Sin traer ningún vicio heredado del tango, es franco en su juego y demuestra que es tan actor como cantante.
Ellas, quienes ya son “familia” para la obra, reciben y se potencian con este aire nuevo de los varones. Natalia Lobo, muestra un equilibrio exacto de belleza y dulzura vocal, eligiendo para sus personajes un tono casi naturalista. Karina K, virtuosa como nunca, parece haber encontrado un plus a su performance. A sus ya conocidos histrionismo y gestualidad, siempre efectistas, ahora le suma momentos de una gran economía de esos recursos, que la conectan con lo más esencial de sus criaturas potenciándolas de una manera insospechada.
Los resultados de esta particular sinergia y juegos de opuestos complementarios: son contundentes, no solo la risa atraviesa la platea, también la emoción se instala logrando conmover al público.

La dirección musical, a cargo de Marcelo Macri, es óptima; conocedor de todos los recursos y potenciales disponibles los ha administrado con astucia, logrando una interpretación muy sólida y nivelada donde las individualidades están al servicio del conjunto.

En los rubros, iluminación, vestuario y escenografía, todo es correcto y funcional pero nada deslumbra ni realiza grandes aportes. Quizás es en estos rubros donde se podría señalar que no están a la altura del resto de la propuesta: la caracterización de Ramos en la escena del brindis familiar no ayuda a verlo de padre de Fernández. Y es bastante incómodo también, ver a los actores muchas veces haciendo de utileros, en los armados y desarmes de las escenas en apagones no del todo logrados.

Ricky Pashkus, ha optado para esta versión una puesta en escena ágil, bastante despojada y concreta, lo que permite conectarse de inmediato con el juego propuesto.
Logra que el público, disfrute cada una de las secuencias, poniéndolo casi frente a un espejo. Ese es sin duda el gran hallazgo, haber hecho que todo se sienta tan próximo y cercano, haber encontrado ese tono amable que permite a todos reír de nuestra vulnerabilidad sentimental.

Si alguna vez estuvo enamorado, si sintió atracción por alguien, si se casó, se separó, o está solo, mi consejo es: ¡No se la puede perder!.