Las luces del centro

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Por Fabián D´Amico

La omisión de la familia Coleman desembarca con su exitosa trayectoria y su innovadora propuesta artística a la calle Corrientes.

Hacer la crítica de una obra teatral multipremiada, invitada a muchos festivales nacionales e internacionales de teatro y a más de 15 años de su estreno, es redundante. Más aún cuando la misma ha sido elogiada de manera unánime por la crítica y acompañada siempre por el público. Lo que no se puede obviar y es necesario de destacar, es el hecho de su traslado a la Av. Corrientes formando parte de la variada cartelera del teatro comercial de nuestra ciudad capital cuando las condiciones de producción y de recepción de la pieza son ajenas y análogas a la oferta predominante en la esfera del entretenimiento.

La omisión de la familia Coleman ha sido reestrenada en una de las salas principales del Paseo La Plaza y confirma que los límites geográficos que delimitan el teatro alternativo del comercial son cada día más débiles y permeables. Una permeabilidad unidireccional, ya que artistas, escritores y directores del circuito alternativo disponen de lugares y productores dispuestos a tomar riesgos con nuevas propuestas, y quienes tienen una carrera o nombre afianzado en las principales marquesinas capitalinas se instalen en lo conocido y previsible, sin indagar en nuevos sitios y estilos.

Una familia disfuncional, hijos que se comportan como padres, padres inmaduros, abuelos como cimientos sobre el cual se construyen las relaciones familiares. Seres tóxicos, ingenuos, dependientes, manipuladores, en suma, enfermos y desorientados forman una simbiosis demoníaca con pocas vías de “final feliz”. La enfermedad de la abuela y su posterior internación desata una tormenta en el seno familiar donde el cambio de roles y muchas miserias ocultas salen a la luz en el ámbito del cuarto de una clínica.

Una mezclas de géneros, donde se pasa de la risa-provocada por el nerviosismo que nace de situaciones grotescas y riesgosas-al más absoluto silencio frente a diálogos de difícil digestión emocional, no permite encuadrar a la pieza dentro de un registro específico como el de la comedia o el drama. La omisión de la familia Coleman es un claro resultado de la libertad de acción creativa que solo permite el ámbito off, donde la pluralidad de voces logra construir un producto tan incómodo como innovador para un público acostumbrado a este tipo de propuestas artísticas y más apabullador aún para quienes no conocen sus reglas o estilos.

Un elenco homogéneo, con una puesta realista y una dirección naturalista terminar de dar forma a un fenómeno teatral que desde hace años triunfa en Boedo y que ahora se ve deslumbrado por las luces del centro.