La melodía de las palabras

Por Fabián D´Amico

Sentarse en una butaca de un teatro y escuchar de manera clara y precisa como fluyen las palabras de la boca de los actores, proyectándolas con naturalidad hasta el último rincón de la sala no es algo habitual en nuestros días. Los últimos avances técnicos en sonido y ecualización del mismo, tanto en grandes escenarios como en pequeños espacios del off, permiten que con mínimos micrófonos ambientales la potencia de los sonidos se amplifique a discreción.

Es por eso, que cuando sin ningún artilugio técnico se toma contacto con un texto y con quien lo ejecuta, esa comunión es sumamente placentera.
Esto ocurre en Teatrisimo- ciclo de teatro semimontado que se presenta los días lunes en el Teatro Regina y el cual es organizado para recaudar fondos para la Casa del Teatro- y en particular con una pieza emblemática de Eugene O`Neil: Viaje de un largo día hacia la noche.

Una pieza potente que deja a la luz las miserias y angustias de una familia desbastada por la droga ( una madre morfinómana) ,uno de los hijos tuberculoso y el otro actor pero opacado por el nombre y la presencia de su padre, otrora famoso actor del circuito comercial. La avaricia del padre, el derroche de los hijos y el regreso de la madre a un “hogar” en un paraje perdido de una costa inhóspita luego de una internación abre el juego de reproches, cuentas pendientes y muchas cosas ocultas que salen a la luz en la unión de la familia durante la época de vacaciones y que termina por aniquilar cualquier anhelo de paz o buena venturanza.

Una mínima ambientación, vestuario acotado y los actores con sus libretos en manos no impiden el pleno disfrute de la pieza y en cierta medida, la austeridad de elementos y de desplazamientos escénicos, potencia el valor de las palabras de O`Neil y las exactas entonaciones marcadas por Jorge Arzumendi desde la dirección y en una acortada versión de su firma. El atractivo principal de la representación, más allá del texto y del fin benéfico de la organización, es la pareja protagónica.

Selva Aleman y Victor Laplace (en reemplazo del actor original, Arturo Puig) brindan todo su profesionalismo y experiencia a estos desbastados seres, donde un pequeño gesto, una mirada y la magnífica melodía que nacen de sus adiestradas voces invaden la platea, que agradece al final de la noche con una ovación que dura muchos minutos y obliga al elenco a repetir más de una vez el saludo final. Junto a ellos, Esteban Pérez (el hijo enfermo) y Lautaro Delgado (el hijo actor) aportan aplomo y seguridad; y María Viau como la criada de la casa, en un pequeño papel, la única cuota de esperanza y alegría que proviene de la clase trabajadora.

Teatrismo habilita una mirada nostálgica e historia sobre textos clásicos nacionales e internacionales, poco frecuentados por el teatro comercial y una manera de enunciación peculiar donde el público puede disfrutar del arte, aunque sea en una sola representación, de actores emblemáticos que componen lo mejor de la escena nacional.

Fotografia: www.encuadre.in