La Laguna dorada (Mar del Plata)

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Por Fabián D´Amico

Entrañables criaturas con todo el arte y oficio de Pepe Soriano y Charo Lopez en una clásica comedia dramática.

La comedia, como género, y sus infinitos subgéneros (vaudeville, brillante, picaresca, dramática, musical, etc.) se adueña de la cartelera marplatense en la temporada 2014.Una de ellas es La laguna dorada, recordado film protagonizado por Katherine Hepburn, Henry Fonda y Jane Fonda. La obra escrita por Ernest Thompson logra, en su actual versión teatral, el mismo suceso artístico obtenido por la película gracias a la pareja protagónica integrada por Pepe Soriano y Charo López.

La trama es simple y lineal. Una pareja de personas mayores (“un anciano y una vieja” como argumenta el protagonista) pasan sus vacaciones en la casa del lago como lo hacen año tras año desde hace varias décadas. Las mismas costumbres, los mismos rituales, los vecinos de siempre y la ausencia de la hija del matrimonio. El hosco carácter de Román hace imposible una relación “normal” entre padre e hija pese a la lucha de la optimista madre para que esto se revierta. El verano en el cual se desarrolla la pieza es especial: el anciano cumple 80 años y su hija regresa al hogar. El motivo del reencuentro no es el festejo de su padre sino el dejarles en custodio a su hijastro, un adolescente rebelde, mientras ella se va de vacaciones con su pareja a Europa. El vínculo que se crea entre el joven y Román es más fuerte que el logrado con su propia hija y el regreso de las vacaciones de la pareja desata sendos conflictos afectivos y generacionales.

Manuel González Gil saca provecho del esquema planteado y equilibra adecuadamente el humor y el dramatismo de la trama sin caer en golpes bajos y ofreciendo un final menos trágico que el esperado, aunque no puede escapar al esquematismo en cuanto al manejo de relación padre-hija siendo lo más dérmico y distante dentro de su propuesta naturalista.

El disfrute de La laguna dorada proviene de las actuaciones protagónicas. Pepe Soriano, que en la temporada anterior deslumbrara con su peculiar madre en Conversaciones con Mamá, sigue dando cátedra de cómo se transita un escenario. Un actor dúctil, que juega de manera natural las sensaciones que propone el autor, divirtiendo y emocionando con recursos genuinos cosechados a lo largo de su extensa trayectoria y que brinda plenamente en cada actuación sin distinción o prejuicio entre la más liviana de las comedías o el más respetado drama. Charo López pone toda su sensualidad al servicio de su criatura y logra crear una tierna y querible madre. Un trabajo que le permite demostrar a la actriz que el paso de los años embellece y reafirma los recursos con los cuales subyugara a los argentinos tanto en sus apariciones televisivas como en sus trabajos teatrales. Junto a ellos se luce Rodrigo Noya, como el adolescente rebelde, quien logra junto a Soriano en sus choques generacionales, los momentos más logrados de la pieza.

El resto del elenco cumple en forma correcta aunque lineal con sus respectivos papeles. La escenografía de Jorge Ferrari junto a la iluminación de Gonzalo Córdoba da marco fastuoso y poético al rústico paraje.

La laguna dorada reafirma ciertos axiomas del teatro marplatense en cuanto a la hora de organizar una salida teatral. En muchos casos importa más a quienes se van a ver que la obra en sí. Este es uno de esos casos. Soriano y López sobresalen ante cualquier discurso artístico propuesto y tanto su arte como presencia escénica cubren cualquier erogación que se realice en la boletería.