La efectividad de la sencillez

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Por Fabián D´Amico

“Destinados, el musical” es una entretenida historia de amor interpretada por cuatro jóvenes talentos del teatro musical nacional.

El off teatral es el lugar ideal para contar historias simples, para indagar sobre nuevos lenguajes y para investigar sobre innovadoras puestas. Muchas veces se lo confunde con un sitio para plasmar pretenciosos musicales cuyos presupuestos no alcanzan para ser materializados en la temporada comercial. Por suerte, "Destinados, el musical" no se encuentra dentro de estos fallidos intentos que pululan la cartelera del teatro alternativo, sino que es un efectivo ejercicio de simpleza en cuanto a la historia, el texto y la música, pilares de cualquier producto del teatro musical.

Juana y Martín son una joven pareja que conviven en armonía, paz y mucho amor hace tres años. Clima que se rompe cuando Martín le propone matrimonio a su novia. Una propuesta que Juana toma como coactiva para el desarrollo de su carrera de artista plástica. Al separase cada uno toma su camino, pero haciendo honor al título de la pieza, el destino les tiene reservada más de una sorpresa. Intentan rearmar su vida saliendo con nuevas personas, sin saber que deberán verse a menudo ya que Angie y Pancho, sus actuales relaciones, son hermanos entre sí. Salidas comunes, exposiciones de Juana y preparativos de boda cercana no hacen más que reavivar la pasión que nunca murió ente la pareja.

La trama está armada en cuadros donde el personaje de Juana oficia de relatora, y presenta una mirada fresca, aunque por momentos cercana a un manifiesto feminista, sobre las relaciones actuales de parejas de 30 y pico. El libro de Buttini es simple y llano y no tiene pretensiones dramaturgicas más allá que las de contar una historia habitada por personajes arquetípicos y en el caso de Angie y Pancho cercanos a la caricatura sin que esto afecte el desarrollo del cuento. La música de Mariano Gianni, más incidental que melódica, acompaña efectivamente el desarrollo de las acciones donde canciones y trama se funden de manera precisa.

La dirección de Paolo Sambrini es correcta en cuanto a la marcación de los personajes aunque no así en la puesta en escena. La poca funcionalidad de la escenografía armada por paneles que delimitan los ambientes donde se desarrolla la historia y que son movidos por los propios actores, entorpecen el ritmo ágil logrado por el musical.

Las interpretaciones son un punto fuerte de "Destinados, el musical" y demuestran el grado de compromiso de los actores con el producto. La naturalidad de María Buttini, la ductilidad de Diego Rodriguez (excelente como cantante) y el desparpajo de Emmanuel Robredo Ortiz y Belén Mendoca hacen olvidar cualquier escollo de puesta.

“Destinados, el musical” es una propuesta sencilla pero efectiva, con el logrado propósito de plasmar sobre el escenario una entretenida historia de amor con lenguaje actual y moderno e interpretada por cuatro jóvenes talentos nacionales.