La comedia les sienta bien

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Por Fabián D´Amico

Filosofía de vida propone un texto ingenioso y dinámico, actuaciones descollantes y una lograda puesta en escena. Un propuesta imperdible para quienes gustan de buen teatro.

Se puede argumentar diciendo que la filosofía de vida de una persona es el conjunto de convicciones, necesidades y ópticas que orientan el proceder, razonamiento y las sensaciones de ésta, en una dirección establecida. Tratándose de filosofías y argumentos los mejores en plantearlos y discutirlos son los filósofos y más aún si lo hacen de una manera que cualquier persona, sin ser erudito en la materia, pueda comprenderlos.

Esto sucede en Filosofía de vida, la comedia de Juan Villoro que posibilita el encuentro sobre un mismo escenario de dos grandes actores de nuestra escena nacional como lo son Alfredo Alcón y Rodolfo Bebán.
Alcón es “El profesor”, un ermitaño filósofo que ha dedicado su vida al pensamiento, la reflexión, los conceptos. Bebán es Pato Bermúdez, filósofo de “acción” más que de análisis, participa activamente en la vida académica y gubernamental. Luego de varias décadas de enemistad y distanciamiento se produce una reunión en la casa del primero cuando Bermúdez viene a ofrecerle un cargo en la Academia Nacional de Filosofía. Ese acercamiento disparará un enfrentamiento verbal ácido e irónico entre ambos, donde la mujer del profesor es testigo presencial y en cierto sentido detónate del conflicto actual y pasado.

La dinámica de la pieza de Villoro, a diferencia de un vaudeville con cambio de roles y puertas que se abren y cierran con ritmo frenético, se centra en diálogos mordaces y incisivos, donde nada y nadie es quien parece ser. El público es participe de cómo una maraña de mentiras orquestadas a la perfección para logar un propósito firme y establecido se va desarmando, de sillas de ruedas que no son necesarias, de choferes que no son tales, de debilidades que son fortalezas y grandezas que cubren miserias. Con un equilibrio perfecto entre Kant, Hegel y un rosario de “putedas” magistralmente puestas y dichas, la comedia alcanza su perfección en el dialogo final entre ambos filósofos, con un texto sentido pero sin abandonar el tono burlón e irónico de la pieza, el cual Javier Daulte desde la dirección logra potenciar con una marcación precisa y una puesta en escena correcta y visualmente atractiva.

Pocos calificativos resultan suficientes para ponderar el elenco de Filosofía de Vida. Alfredo Alcón, luego de varias décadas de tragedias shakesperianas y clásicos del teatro universal, encuentra en la comedia un género que le sienta de maravillas. Sentido, gracioso, e intencionado, Alcón brinda una labor plagada de matices y logra desterrar del inconsciente colectivo la figura de un actor de elite con las risas y aplausos a telón abierto que cosecha desde la platea. Un verdadero placer es reencontrarse con Rodolfo Bebán, actor celoso en la elección de sus trabajos y que en su regreso a las comedias brillantes mantiene intacto su garbo y presencia, dotando a su rol del hálito mundano que éste requiere y consigue una composición brillante. Junto a ellos y a la par en cuanto a talento y perfección, Claudia Lapaco reafirma con cada labor su reinado como una de las mejores actrices del teatro argentino contemporáneo, y deslumbra con sus dotes de comediante como en los momentos de mayor tensión y dramatismo.

Marco Antonio Caponi y Alexia Moyano completan el elenco con personajes menores pero bien resueltos que dan un poco de aire a la pieza cuando la tensión entre el trío protagónico no da respiro. La cuarta protagonista indiscutida de la comedia es la escenografía de Alicia Leloutre, de estilo realista, funcional, con buen gusto y necesaria para el desarrollo espacial y conceptual de la obra.

El director de la pieza argumenta que Filosofía de vida es “una comedia sobre las pasiones humanas, donde nada es lo que parece.” Una comedia donde el peso del texto y la excelencia de las actuaciones alcanzan una alianza exacta como hace tiempo que no se ve en nuestra cartelera porteña.