El Placard

in Listado general
Por Fabián D´Amico

Diversión y reflexión en una comedia de origen francés con ágil puesta de Lía Jelín.

Francisco, un simple contable de una gran empresa productora de artículos de caucho se entrara, de forma accidental,que será despedido. Su hijo adolescente, al que no ve desde hace meses, se va a Europa sin despedirse de él. En la mitad de su vida monótona, sin amigos, con una ex esposa que solo le reclama dinero y con un futuro incierto, el desdichado protagonista de esta historia decide suicidarse arrojándose por el balcón de su departamento. Pero la mala fortuna lo acompaña hasta en ese momento. Un nuevo vecino ve la situación e interviene inmediatamente, quien no solo logra salvarle la vida sino que le ofrece un plan para no perder su empleo: hacerse pasar por gay y de esa manera evitar el despido por temor a una denuncia por discriminación.

A partir de ahí cambia no solo la existencia de Francisco sino el devenir de toda la empresa. Empleados apáticos se convierten en amables compañeros de trabajo, bellas mujeres que ignoraban su presencia pasan a disputárselo como un trofeo y el jefe de personal, una persona con todas las fobias
discriminatorias, cambia radicalmente su visión y da un giro de 360 grados a su vida.

En tono de comedia brillante pero con un trasfondo social latente-desempleo, discriminación, relaciones familiares, El placard conserva gracia y efectividad en su traspaso del cine al teatro aunque denota cierto anclaje temporal en el tratamiento de los temas que hoy en día, por lo menos en Argentina, están superados.

Es común el decir que ciertos films conservan un aire teatral en relación a la puesta en escena. En El Placar sucede lo contario. El diseño de puesta de Lia Jélin es marcadamente cinematográfico. La directora, apoyada en una funcional escenografía de tres plantas que permite recrear diversos ambientes, utiliza muchos recursos cinematográficos para plasmar la historia. Flasbacks, situaciones congeladas, filmaciones y escenas simultáneas convierten a la pieza en un dinámico damero de acciones que requieren de la atención permanente del espectador, quien sigue la trama entre risas y carcajadas.

Un producto acertado sostenido por el trío protagónico de la pieza. Diego Peretti da vida a su Francisco desde lo corporal y lo físico. Dota a su personaje de toda la fragilidad y torpeza que el mismo requiere para que los gags sean efectivos y recibe aplausos a telón abierto. Osvaldo Santoro, como el vecino gay quien logra cambiar la vida del protagonista, demuestra que no hay papeles menores y ofrecen junto a Peretti escenas deliciosas. Mención especial merece Alejandro Awada, como el jefe de personal, en un rol ajeno a su registro habitual. Awada realiza una composición poco habitual para una comedia, en donde su criatura cambia en forma gradual y con pequeños detalles hasta salir del placard en forma desopilante. Gran labor del actor y una cuidada marcación de la directora en este rol.El resto del elenco cumple de manera efectiva aunque un tanto esquemática con sus criaturas.

El placard ofrece una comedia plena de diversión sin dejar de lado la reflexión, con un final de fiesta a pleno baile y canción donde queda resumido el espíritu del discurso propuesto por la directora: el reír y pensar van de la mano.