El lado oscuro del deseo

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Por Fabián D´Amico

El pacto es un atrapante thriller musical en una valiosa versión del off, con dos soberbios trabajos interpretativos y una inteligente puesta y dirección.

Una vez más el off porteño vuelve a hacerlo. Una grata y reconfortante sorpresa para quienes de a poco van descubriendo salas y lugares lejanos del microcentro. Un año fructífero desde las periferias del teatro comercial para un género-como lo es la comedia musical- casi reservado hasta no hace mucho tiempo atrás para los grandes escenarios y fastuosas producciones. El éxito rotundo de crítica, público y premios de Los monstruos, el estreno de Rufianes y las exitosas versiones locales de Bare, una opera rock y Cita a ciegas son algunos de los títulos que acercaron a los fanáticos del musical a Palerno y otros barrios y que ahora abre la posibilidad de disfrutar de “El pacto”, obra del off broadway que puede verse en Border.

Una potente historia real ocurrida en Norteamérica en la década del ´20, recreada en un atrapante libro de Stephen Dolginoff- con traducción de Marcelo Kotliar- con una partitura funcional aunque con exceso de leivmotiv ejecutada en vivo al piano por Gaspar Scabuzzo. Desde el programa de sala, el director de la obra argumenta que “El pacto es una obra sobre el amor. Pero el amor entendido como una verdadera potencia que puede destruir, que puede esclavizar, corromper y matar”. Un amor enfermo, malsano y casi unilateral que le cuesta la vida a un joven estudiante y la cárcel de por vida a los protagonistas del relato.

Nathan y Richard son dos jóvenes amigos que comparten muchas cosas. Nathan está perdidamente enamorado de su amigo y aunque este le corresponde en forma aparente, lo hace solo por intereses y como un juego de poder. Richard maneja a su antojo la voluntad de su amigo-amante y lo lleva a cometer ilícitos pequeños como el incendio de un depósito o robos menores. Pero se aburre fácilmente y decide llevar su locura hasta el extremo del asesinato y lo arrastra a Nathan en ese camino sin retorno. El crimen perfecto falla por un descuido involuntario y ambos son condenados a prisión perpetua más 99 años.

El relato es realizado en primera persona, por Nathan quien se enfrenta a un jurado para solicitar su libertad luego de más de tres décadas de encierro. Con mínimos accesorios de vestuario o utilería y cambios en los tonos de voz, el reo, a pedido de los magistrados, recrea con lujos de detalles el crimen cometido y lleva a la platea a un crescendo dramático y de suspenso que la mantiene expectante a la llegada del veredicto final.

Una excelente combinación de texto y música para un dramático relato que necesita de dos actores experimentados y una dirección acorde a esos requerimientos. Lo valioso de la propuesta es la juventud del equipo y la madurez creativa del mismo. Leandro Bassano y Pedro Velázquez-actores reconocidas dentro del musical como cantantes y bailarines - salen airosos y triunfantes de una difícil prueba que implica encarnar estos seres con infinidad de matices y de lugares oscuros.

Bassano sorprende con su Nathan en una interpretación plagada de entonaciones y registros, con un manejo impecable de su cuerpo y de la energía precisa que necesita su rol para no caer en excesos ni lugares comunes. Junto a él, Velázquez encarnar desde la frialdad y el egocentrismo a un ser manipulador que no sabe de límites. La química entre los personajes sobre el escenario, el manejo de la tensión sexual imperante en toda la obra,la sincronización de los movimientos y la coordinación vocal en los difíciles dúos denotan un arduo trabajo de dirección de Diego Ezequiel Ávalos, convirtiéndose su preciso discurso en un elemento primordial para el éxito de la propuesta.

La generosa producción de El pacto se materializa en la funcional escenografía, el acorde vestuario de época y una impecable puesta de luces que dan un marco de lujo para que función tras función el público siga sorprendiéndose con esta desgarradora historia tan bien contada e interpretada.