El Flautista de Hamelín

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Por Fabián D´Amico

Humor, música pegadiza y excelentes interpretes para esta versión de un clásico infantil.

“El flautista de Hamelín” es una fábula plasmada en un cuento por los hermanos Grimm que narra una historia trágica sobre una misteriosa desgracia ocurrida en la ciudad de Hamelín , Alemania. Un cazador de roedores cumple con su trabajo de limpiar a la comuna de una plaga de ratones, pero su tarea no es remunerada al finalizar la misma. En venganza, regresa al pueblo para llevarse con su hipnótica música a todos los niños del pueblo sin saber nunca más nada de ellos.

Las adaptaciones sobre el cuento limpiaron lo trágico del mismo y cierran la historia con un final feliz. Fabrizio Origlio, creador de esta nueva versión en formato de musical, mantiene el relato tradicional sobre el músico desratizador pero adosa a la trama mucho humor, jóvenes pueblerinas ingenuas y asustadizas, un trío de gatos malvivientes apañados por un gobernador corrupto y una historia de amor entre el flautista y una joven del pueblo con casamiento y baile final.

Los pilares de esta propuesta son la pegadiza música de Origlio, que uno continua tarareando por mucho rato luego de concluida la función, y las actuaciones. Florencia Otero y Germán Tripel juegan a la comedia con naturalidad y sobresalen en las canciones solitas y en los dúos de amor. Cecilia “Caramelito” Carrizo y Pablo Razuk aportan la cuota de comicidad, creando este último al gobernador corrupto con guiños de actualidad que los mayores agradecen con risas y aplausos a telón abierto. El resto del elenco cumple con correctas actuaciones destacándose la bella voz de Patricia Lorca.

Los rubros técnicos son solo un sostén y marco para el anclaje del relato, sin poder destacar ningún rubro en particular. Mecha Fernández diseño una coreografía que remarca el carácter lúdico de la propuesta creada por Origlio.

Al finalizar la función de estreno de “El Flautista de Hamelim”, el director de la propuesta agradeció la presencia de todos a un espectáculo “sin humo, sin cosas que suban y bajen, solo con artistas que cantan en vivo y con la finalidad de crear futuros espectadores de teatro”. Un discurso que se condice con el artístico que se aprecia durante la función.