El dolor de ya no ser

Por Silvia Sánchez

Eres mi noche de amor, nos muestra a un clan femenino que con el correr de los minutos avalará la primera impresión espectatorial.

Eres mi noche de amor, la puesta en escena que escrita por Diego Manso y dirigida por Javier Rodríguez se está llevando a cabo en el espacio teatral El Kafka, nos muestra a un clan femenino que con el correr de los minutos avalará la primera impresión espectatorial. Mujeres que alguna vez han tenido una vida esplendorosa y que el presente las encuentra simulando pertenecer a un clase, de la que solo conservan los vestidos -algunos venidos a menos-, o la mirada de mundo de quien mira siempre al otro por encima de los hombros. Mujeres que poco saben de la tolerancia.

El clan tiene una voz cantante hasta el descenlance de la pieza: Teresa, a quien le gustaban las mujeres y a la que por eso, mandaron a contraer matrimonio con un hombre que las llevó a la debacle económica por su adicción a los garitos. Para el resto del clan, es la primera perversión (la inclinación de Teresa por las mujeres) la que lleva a toda la familia a la ruina. Ruina que las traslada a su vez lejos de la ciudad, en donde -todo el tiempo insisten- hay una avenida que lleva su nombre.

Pero allí, lejos de la avenida que lleva su nombre y lejos de ese pasado esplendoroso, el clan de mujeres simulará que nada de eso ha sucedido.

Y en ese contexto, multitud de situaciones mezquinas y perversas desfilan por sus cuerpos y sus bocas, algo que se empaña con la presencia de Felipe: el señor que arregla el bombeador y que con música de pueblo, convoca a una de ellas (Isabel) a un instante verdadero.

Pero las apariencias, la perdida de los valores y la ausencia de noches de amor propias, coartan ese instante verdadero ya que todas se confabulan para que el bombeador muera. Como en un juego de cajas chinas, Isabel hará lo propio.
La dulzura y la cordura se han perdido junto con aquella avenida que llevaba el nombre de todas ellas. La madre de todas las mujeres que conforman el clan, es traída al final de la obra por Isabel, quien arrastra su silla de ruedas y disfruta junto con ella, el café que les da muerte a todas.

Eres mi noche de amor, además de buenas actrices, tiene un texto que transita entre el humor y lo espantoso, de una manera casi perfecta. Un texto que habla de la decadencia con humor y del humor con decadencia. Que toma postura sin caer en los panfletos. Algo de La ciénaga, aquella joya de Martel en donde el retrato de la burguesía decadente, era tan corrosivo como exacto.