El botella

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Por Fabián D´Amico

Musical para toda la familia con el debut de Enoc Girado en teatro. Atractiva puesta en escena y dinámico desarrollo de las acciones en un historia plagada de aventuras, desafíos y mucha ternura.

El público teatral se guía, al momento de elegir una propuesta, por distintas variables. Elenco, director, género, sala son alguno de esos factores que ayudan a definir una salida teatral. Tal vez el elemento más dejado de lado sea el de género, concepto ordenador en desuso pero gran aliado cuando en vacaciones de invierno se quiere llevar a los chicos a ver un espectáculo y no se sabe por cual optar. Un gran error es considerar el horario de una función como índice para considerar a una obra como infantil o para adultos. Esto ocurre con El Botella, creación de Diego Corán Oria parte integrante del recordado grupo Random, responsable de recordados e innovadores musicales como La Parka y Alicia en Frikiland.

Si bien la obra tiene como protagonista indiscutido a Enoc Girado, un niño surgido del público de Showmach y la historia principal se centra en él, El Botella es no es un infantil sino un musical que pueden ver los niños pero muchos de sus giros destinados a los adultos que se anime a entrar de pleno en locura Randon. ¿Cuál es esa locura? Cambios de climas constantes, representación naturalista que se convierte en realismo mágico en pocas escenas, acciones sin sentido- como la escena de las palomas y las gallinas- mucho humor, delirio, dosis abundantes de frenesí musical en la danza y en las canciones y pleno juego escénico que se traslada a la platea que sigue atenta el desarrollo de las acciones.

El botella
es un niño criado por su abuelo en un galpón abandonado de la costa de un pequeño lugar. La muerte del anciano deja a el botella solo, sin familiares directos, salvo los padres del niño que teóricamente están vivos pero de los cuales se desconoce el paradero. Solo una foto de los progenitores guardada por el abuelo en unos viejos baúles- y que los muestra en París- es el contacto del niño con sus seres queridos. El enfermero del anciano y la maestra de la escuela se hacen cargo del menor, pero la justicia- un comisario maléfico con dos torpes auxiliares- reclaman la tenencia del niño quien pasa las noches en un calabozo con la compañía de dos viejos artistas de varieté. Botella logra escapar de la prisión gracias a la intervención de Fresco, su mejor amigo, y junto con este deciden emprender un viaje a París en busca de sus padres. La única ayuda que encuentran para esta aventura viene de la mano de un pirata amigo del abuelo quien acepta llevar a los niños de viaje en su barco.

Ahí comienzan una serie de aventuras, que tiene como eje central la reunión de Juan (ese es el nombre real de El botella) con sus padres en París y varias-tal vez demasiadas- historias satélites que por momentos toman el centro de atención de la trama. Un sinfín de desafíos, enredos, desencuentros y encuentros para un final - ¿feliz?- a todo elenco y festejo. Diego Corán Oria realiza una puesta en escena dinámica y crea con la ayuda de sus colaboradores habituales (Tadeo Jones en dirección de arte y Zeku Falace en coreografías) originales números musicales con recursos escasos pero que se lucen como si fuera una gran producción nacional del género, utilizando cada uno de los espacios que el amplio escenario del 25 de Mayo les permite, incluyendo la fosa de la orquesta donde una banda ejecuta en vivo la música de la obra creada por Jorge Soldera.

Un sólido elenco adulto, donde se destacan las excelentes voces de Gonzalo Fletcher y Anita Gutiérrez y el oficio de Jorge Priano, Horacio Vay y Diego Sassi Alcalá, sostiene a los principiantes aunque talentosos Enoc Girado (El Botella) Francesca Lorito (la amiga parisina que hacen en el viaje) y la soltura y encanto de Manuel Pérez Erramouspe como Fresco, el incondicional amigo del protagonista.

El botella rescata lo mejor de un estilo de hacer teatro con una química equilibrada y muy divertida entre el absurdo, el musical y la comedia con una puesta en escena visualmente atractiva que permite el disfrute de grandes y chicos, y el encanto de protagonistas infantiles con un venturoso futuro dentro del teatro musical argentino.