De manual

Por Silvia Sánchez

Autoayuda, es otra de las tantas propuestas que busca poner en escena el mundo de las mujeres de treinta.

1- Recordá los sucesos más desdichados de tu vida: hacé una lista de todos tus fracasos amorosos.

2- Llegá a la conclusión de que siempre fuiste abandonada: creíste tener la última palabra pero ellos ya te habían dejado hace rato, los hombres hacen esas cosas.

3- No des vueltas sobre la historia más triste, elegí la más patética: esa en la que pasaste semanas de celos enloquecidos llamándolo por teléfono de rodillas con el llanto en la garganta.

4- Mirate en el espejo, esa persona capaz de realizar todo tipo de actos humillantes también sos vos.

5- La obra hablará sobre los amores perdidos, la infancia perdida, los sueños perdidos…

6- Tu madre mirará la obra emocionada y te dirá: -Estoy orgullosa. Sabés que en el fondo está desilusionada, se pregunta que fue lo que hizo mal y piensa que ya sería hora que tengas un hijo….

La enumeración anterior (folleto que el público recibe con un Sugus a la salida de la obra Autoayuda) contiene los pasos fundamentales para realizar una buena obra de teatro, según sus hacedores. Faltan algunos pero no importa: son del mismo tenor que los escritos más arriba. El universo femenino encorsetado en dos o tres tópicos y nada más.

Autoayuda, la obra escrita y dirigida por Julieta Pretuchi, es otra de las tantas propuestas que busca poner en escena el mundo de las mujeres de treinta. Y como todas las anteriores propuestas, la problemática parece reducirse casi exclusivamente a la necesidad de encontrar una pareja. En todas, el hombre que abandona, la mujer que espera y el teléfono como símbolo de la ausencia y del patetismo femenino.

A pesar de los lugares comunes, Autoayuda se sostiene por la estética escogida por Petruchi: una estética de los años cuarenta que encuentra en las actuaciones de Mara Guerra y de Verónica Mc Loughlin, un buen lugar de anclaje. Interpretando varios personajes a la vez unidos todos por la misma problemática (remitirse a los puntos de inicio de la nota) ambas actrices configuran a mujeres folletinescas, chicas de revista Vosotras que logran hacer reír por “cómo” representan más que por lo “que” representan. Es más, esa estética “añejada” y esa caricatura siempre presente en las dos actrices, deja al menos la ilusión de creer que esas chicas son ficcionales. Que no existen en la vida real.

Por supuesto las chicas de treinta quieren tener novio, y esperan el llamado del hombre que desean con la daga del reloj biológico pendiendo sobre ellas. Por supuesto se vuelven por momentos patéticas, vulnerables, y aún les cuesta dejar de ser hijas. Pero las chicas de treinta también saben ensanchar sus horizontes: hacen el amor, viajan, caminan por los trapecios, trabajan duro para llegar a fin de mes, llegan a despreocuparse de la celulitis, escriben libros, se enamoran de mujeres, no esperan, vuelan, no quieren ser madres, tienen mil hijos, pueden ser hasta presidentas de la nación.

Autoayuda es otro fresco generacional embellecido por las composiciones actorales, la estética elegida y las melodías que canta Eleonara Barletta. Y está bien reírse de los fracasos amorosos y de la desesperación. Pero ya sabemos de sobra que el humor es catártico y sirve de autoayuda. Hasta se sabe incluso que las mujeres tienen la capacidad de ejercerlo.

Algún día sería interesante que alguien mire el reverso de las historias. Que alguien se ponga serio o alegre -no importa tanto el tono- y que hile mapas menos reducidos, para ser más justos con lo que son las mujeres.