Cuando el tiempo esta después

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Por Fabián D´Amico

Mirada actual y descarnada sobre "La vida es sueño" en una versión libre de Jorge Acebo.

Segismundo desde su nacimiento, es encerrado por su padre en una torre teniendo solo contacto con su carcelero. Cuando el niño es adolescente el padre decide darle libertad pero pronto se arrepiente de esa decisión montando una puesta en escena para hacerle creer que todo lo vivido en el exterior son solo sueños.

Con La vida es sueño, Calderón de la Barca muestra lo efímera de la vida y la bondad o la falta de ella en el ser humano. Jorge Acebo toma este material y los traslada a un segundo cordón del conurbano bonaerense en la época actual. Una familia en apariencias normal lucha por subsistir y progresar. Un padre mecánico con escaso trabajo, un ama de casa en la lucha diaria por una economía mejor y la hija a punto de ingresar a la universidad y cambiar el destino adverso de esa familia. Pero el núcleo familiar no está completo, el integrante faltante es un ruido, un rumor que proviene del sótano de la casa y en especial, es algo de lo que no se habla.

Al igual que su homónimo en la pieza de Calderón, Segismundo es un adolescente encerrado en condiciones infrahumanas por su padre desde los cuatro años, sin más luz que una lámpara de 40wts, sin higiene y con poca alimentación. Pero desde hace un par de años, la hija de la familia descubre ese secreto y comparte con el joven comida, libros y conversaciones sin saber cual es el vínculo que los une, ni preguntar el motivo del “secuestro”.

La culpa del padre por el encierro, los temores por perder una realidad construida que le resulta cómoda, la cuota de libertad al adolescente y lo que esto desencadena es el nudo principal de la tensión dramática de la obra. Una tensión lograda por el autor aunque condensada en las escenas finales con momentos tan dantescos como propios de un folletín- hijos propios, adoptados, hermanos que no lo son, ambiciones económicas, personas infectadas por el Sida-. Cúmulo de data e información que dosificada a lo largo de la pieza hubiera potenciado el desarrollo un tanto anecdótico de la trama, acompañando a la platea de manera más gradual hacia el trágico final de la historia.

Acebo vuelve a presentar su particular mirada sobre los lazos familiares dentro de barrios emergentes (como lo había hecho con La felicidad según Mabel Riviere) en una puesta en escena ágil y con acertado aprovechamiento del espacio de la Sala Payro que recuerda a Dogville el polémico filme de Lars von Trier. El elenco es heterogéneo, donde sobresale la contenida actuación de Marcela Ruiz con un logradísimo momento final y la fuerza del joven Nicolás Condito en un rol por demás complicado. Jorge Diez cumple con corrección y distancia emocional el rol del padre y Natalia Pascale y Mariela Rodríguez repiten el registro de las criaturas mostradas en Mabel Riviere.

Cuando el tiempo está después propone tomar contacto con una realidad latente y dolorosa donde la línea entre realidad y ficción es sumamente delgada y sobre la cual Jorge Acebo tiene su propia percepción.