Como vuelvo

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Por Fabián D´Amico

Conmovedor trabajo de la dupla Merlino-Lerman donde la fuerza de las palabras y las imágenes crean una química admirable.

Cuando se transpone un cuento al formato teatral, empiezan los dilemas sobre si se está contando, narrando o relatando. Una narración supone, más allá de su veracidad o no, una estructura lógica de principio a fin, en cambio el relato implica la existencia de una historia verídica, ya sea que haya sido vivida por la persona que la está contando o por alguien más, pero ligada con hechos reales. En Como vuelvo poco importa si lo que están relatando es cierto o no, lo que transciende es la manera en que se plasma esas vivencias de la maestra rural.

Tomando cuatro cuentos de la escritora Hebe Uhart (Maestrita, Una se va quedando, Antonio Tormo y ¿Cómo vuelvo?) la dupla creativa de María Merlino y Diego Lerman vuelven a subyugar al público como lo hicieran con sus dos espectáculos anteriores, alejándose del estilo ciudadano y tanguero para adentrarse en una historia telúrica de las pampas argentinas.

Una joven recién recibida del magisterio comienza a dar clases con el mismo delantal que usara en sus días de alumna. Un comienzo venturoso para los deseos de la maestra pero plagado de obstáculos. Ser “la nueva”, pagar el “derecho de piso”, no contar con aulas acordes donde impartir los conocimientos tan importantes para ella, sin materiales didácticos y emprender una debacle de escuelas estatales de clase “A” hasta los páramos más desérticos de la pampa en compañía de su fiel caballo, son solo el comienzo de una historia con una dramaturgia que pone énfasis en el clima bucólico, de tiempos aletargados y mucha poesía visual y sonora.

El final de la historia es el cuento Cuando vuelvo que da nombre a la obra y que marca un quiebre con el relato anterior. Un monólogo por momentos duro y sombrío que muestra la soledad de la maestra al tomar contacto con una nueva realidad que le propone una salida educativa y de la cual le cuesta desprenderse para regresar a su rutina rural. Un cierre que borra cualquier vestigio de sonrisa o recuerdo amable de los primeros años de escuela de cualquier espectador para acompañar desde la distancia de la butaca el dolor de la maestra en un devenir diario.

La concepción del espacio físico, de las proyecciones que dan marco escenográfico al amplio espacio multiuso de la sala y la minimalista iluminación que crea climas sorprendentes denotan el origen cinematográfico del director. Sin abusar de ningún artilugio técnico, Lerman plasma una puesta en escena y una dirección actoral con un lenguaje cinematográfico que convive y genera una química especial en el ámbito teatral. El ingreso de la actriz desde el fondo del amplio salón en un largo plano secuencia mientras entona coplas norteñas, los medios planos en donde transcurre casi toda la representación, el fuera de campo formado por sonidos ambientales y canciones típicas y los acercamientos hacia la platea con unos primeros planos generados con la iluminación o el hecho de acercar los cuadernos de los alumnos para que público viera como su chicos trabajan son difíciles de transcribir en palabras ya que la carga poética que tienen las imágenes descriptas no son fáciles de poner en palabras y merecen ser disfrutadas en vivo y directo.

Esa magia lograda en la puesta se completa con la actuación brillante de María Merlino. Su maestra es tan conmovedora como distante, como si el dolor de no pertenecer a ningún lado hubiera hecho una coraza en su frágil exterior. Su tono provinciano, su parsimonia en la manera de hablar, la forma de lamento de sus canciones y el relato, por momentos desgarrador de sus desventuras y la de sus alumnos, cobra carnadura en Merlino, quien conmueva a la platea desde distintas aristas, ya sea por proyección de historias similares vividas por el público, por la simpleza del relato o a los más escépticos con la historia, por la lección de teatro que da Merlino en cada palabra, canción o silencio.

Como vuelvo
genera un compromiso ineludible para los seguidores de la dupla creativa y un acercamiento obligatorio para quienes quieran disfrutar de una experiencia teatral mágica en donde la palabra, en comunión con la imagen, transporta al espectador a lugares áridos y poéticos a la vez .