Casi ellas, casi él.

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Por editor

“Casi Tennssee”, es una propuesta que embebida en su universo, rescata, homenajea, reformula y expone el inmenso valor de la obra de Tennesse Williams.

“Casi Tennssee”, es una propuesta que embebida en su universo, rescata, homenajea, reformula y expone el inmenso valor de la obra de Tennesse Williams.
Una tarea nada sencilla pero inspiradora, fue la que emprendió Edgardo Dib, al aventurarse a explorar estos seres para dar luz sobre dos nuevos, Cornelia y Grace y el mayor hallazgo es no querer parecerse, sino avanzar desde un punto de partida… teniendo en cuenta todo lo que lo rodea.
Cornelia y Grace, quedan expuestas ante nuestra mirada, casi desnudas, casi como eran, casi como son. Muchos son los ángulos desde los que podemos observarlas, testigos privilegiados, desde el tiempo, desde sus interiores, desde sus afueras, desde sus contrastes, y sus permanente juego de opuestos complementarios.
Una heredera (Cornelia), complicada con las finanzas, recibe la imprescindible ayuda de su secretaria (Grace) para salvaguardar los últimos baluartes de antiguas opulencias. El juego que se plantea y sostiene, retro alimentándose entre la puesta y el texto es permanente, todo tendrá su contra cara, con el tiempo, con los distintos ángulos, todo puede cambiar… o tal vez no... nada cambió y todo fue siempre así… Lo que no se dice tiene un peso vital en la historia… y a su vez el trabajo es un gran homenaje a la película “El golpe”, sus canciones, sus personajes, y sus actores, trasvasan las vidas de estos seres tan frágiles como el cristal, e intensas como el sonido de ese tranvía que las atormenta.
Las composiciones actorales de ambas actrices (Mónica Buscaglia y Ana Padilla) son de una complejidad extrema, y ambas logran darle no solo vida sino “mundo interior” a estas adorables criaturas, hay humor, tensión, trabajo corporal en un duelo del que difícilmente se pueda dictaminar quien es la ganadora.
El espacio es simple, pero implica poesía, y semiótica en dosis exquisitamente equilibradas. El vestuario, si bien ilustra, no llega a jugar funcionalmente a favor de las actrices, sobre todo en las primeras escenas.
Un viaje a mundos internos, del que es imposible no salir movilizado.