300 millones

Por Fabián D´Amico

Una mujer yace dormida sobre un baúl en el centro del escenario. Detrás de un cortinado translucido extraños seres dialogan entres ellos y “ensayan” sus papeles. No son actores sino fantasmas que invaden los sueños de quienes los invocan para representar una ficción que haga la vida real- y rutinaria- más llevadera. Uno de esos fantasmas es Rocambole, encargado de cumplir los sueños de Sofia, la joven durmiente, una empleada domestica que recibirá la buena nueva de una herencia de 300 millones.

Rocambole lleva a la muchacha a un mundo de fantasía donde los demás seres astrales cumplirán diversos roles ( capitán del barco que la llevara a viajes exóticos, amantes que se transformarán en marido y que morirá tragicamente, hija que crecerá y se casará y entre ellos una afrancesada muerte que visita a menudo a Sofia). Un estado idílico y lúdico que se rompe con el sonido de una campanilla, elemento que quiebra la ilusión y trae a la empleada doméstica a sus quehaceres y abusos.

Una historia nacida de un hecho policial al cual la mente de Arlt transforma en su primera obra teatral estrenada en el Teatro del Pueblo en 1932. Martín Althaparro dirige la actual puesta de la obra en el mismo escenario de su estreno hace 83 años, quien respeta la estructura dramática de la obra y la presenta con un prologo y tres actos en una dinámica puesta en escena.

Lo particular de esta versión de 300 millones es la incorporación de una pianista en vivo y una marcación especial a los seres de ensueño que los acerca o vincula con el mundo del teatro y el circo, reafirmando la representación que Sofia vive en su mente y el público ve como una función de teatro, con un maquillaje y vestuario que hace anclaje en un estilo bufonesco.

Un elenco homogéneo, donde se destaca Cristian Cimminelli en el rol del galán y una siempre efectiva Alicia Naya como la particular muerte, da vida a los seres creados por Arlt, aún siguen vigentes dentro del actual teatro porteño.