Cosas de Payasos (o la ternura del amor fraterno)

Por Paola Rompato

Niños con chupetines y caramelos, padres acarreando globos, cajitas felices y los abrigos que van quedando por el camino; bullicio, mucho bullicio, movimiento en las butacas, acomodadores que van y vienen agotados, pero con una sonrisa de oreja a oreja… Todo corresponde a una escena típica de platea de un espectáculo infantil y que, esta vez, pudo verse en la Sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación, entre los espectadores que esperaban el comienzo de “Cosas de Payasos”, la obra de Claudio Martínez Bel, con la dirección de Eduardo Gondell y la actuación de Enrique Federman en el papel de Tonino y el propio Martínez Bel como Papón.

Se trata de una obra exquisita, en donde la acción –acompañada por una atinada ambientación musical- se construye a partir de frases breves, graciosos balbuceos y moderadas gesticulaciones, narrándose de manera simple y esencialmente tierna la relación de un papá payaso y su hijo aprendiz.

Transcurridos algunos minutos del comienzo y después de una serie de humoradas, acontece el “rito iniciático” del payaso hijo. Este momento se convierte en el más emocionante e infinitamente cariñoso de toda la obra. Aquí, el papá va haciendo aparecer de manera paulatina los diferentes elementos que todo payaso debe tener en su vida y los entrega al hijo como regalos muy preciados: un saco colorido y de excedido talle, los enormes zapatones de payaso y, como broche de oro, la infaltable nariz roja, mullidita y con elástico. Como cierre de la ceremonia, el beso orgulloso del papá.