El argentino perfecto

El argentino siempre quiere estar en otro lado, ser otra cosa. Pero, ¿pudimos “ser otra cosa” alguna vez? La historia dice que sí. ¿Cuándo fue? Y si fue, ¿qué quedó de todo eso? ¿Quedó algo?

Esta obra es un experimento; una suerte de disección de un argentino. ¿Cómo es? ¿Qué piensa? ¿Qué espera ese "argentino perfecto"?

En el contrapunto entre imágenes oníricas de la epopeya peronista y la imagen en vivo deconstruyendo al argentino ideal (si hubiera uno), se desarrolla esta puesta de Suárez Cassino. Por debajo flotan palabras e imágenes que se amplifican en el presente.

Dice la directora

Esta obra surgió como catarsis luego de años de trabajar en política. Cuando empezamos a delinearla queríamos armar un frente de resistencia teatral… algo así como una barricada desde el dobladillo del suburbio escénico porteño, contra todo avasallamiento venidero. No pudimos. Entonces inventamos este cruce imposible para tratar de entender…

No es una obra peronista, la epopeya del 45 sirve para analizar al argentino y dejar a la luz la contradicción entre las imágenes y su leyenda. Como la pipa de Magritte.

No somos eso que representamos y sin embargo algo sí. En las imágenes de la obra se arman algunos rasgos de nuestra idiosincrasia, se tejen y destejen como una compleja telaraña.

Lo que sí es evidente es que las imágenes del peronismo no son el peronismo. Como un reflejo, cada uno podrá recortarse donde le pegue la luz y vea asomarse su contorno, por identificación, por decepción o por rechazo.
¿Por qué me metí con esto? No lo sé, solo sé que me pienso históricamente, tratando de huir de la desilusión. O tal vez como los personajes de este universo, yo misma peregrine hacia una tierra prometida que se erige a lo lejos como promesa de una vida mejor. Tal vez hice esta obra para descubrir que esa tierra prometida no existe.