Despertar de primavera

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Por editor

Un espectáculo que no cae jamás en los lugares comunes del género. A pesar de haber pasado algunos días, aún tengo frescas y vívidas algunas de las imágenes de la puesta de Despertar de primavera.

Un espectáculo que no cae jamás en los lugares comunes del género.

A pesar de haber pasado algunos días, aún tengo frescas y vívidas algunas de las imágenes de la puesta de Despertar de primavera.

Despertar de primavera, uno de los estrenos más esperados de este año, es un espectáculo que no cae jamás en los lugares comunes del género, ni por como está concebido, ni por como fue montado.

Si bien el libro, como la poesía de las canciones y las melodías de las mismas, al proponerse ser no convencionales, pueden tener complicaciones a la hora de atrapar al espectador; el público se verá subyugado por la puesta y ella lo ayudará a comprender y a disfrutar de los autores.

Desde lo autoral, se plantea un primer acto donde se conocen a los personajes, y casi todos sus conflictos, pero con una cantidad medida de sucesos; siendo en el segundo acto donde todo estalla. Los sueños, deseos, ideales, miedos e imposibilidades adolescentes son los que quedan al desnudo en un mundo que no está preparado para albergarlos ni comprenderlos, sin embargo tiene que convivir con ellos desde su mirada adulta.

Es una puesta que cobra identidad, con un Ariel del Mastro que no solo demuestra ser el director que más a tiro está con la tecnología, sino que sabe equilibrar la misma con todos los demás lenguajes del teatro, administrando a todos para que ninguno quede opacado por el otro, y todos con un mismo interés en común. Es así, que las proyecciones jamás compiten con la iluminación, ni la escenografía. Tampoco la coreografía, que muchas veces en este género se le permite estar en un lugar estelar de la puesta, acá es un elemento más, que ayuda sin dudar a la interpretación actoral. Es también para destacar la Dirección de actores que permite el lucimiento del trío protagónico, destaques sustanciales como el de Mariana Yacazzio y que todos los integrantes estén ofreciendo el mismo estilo, sin desniveles ni desbordes, todos con un gran sentido de la comunicación escénica. El casting se nota que fue realizado a consciencia y sin prejuicios ya que hay ex alumnos de escuelas de comedia musical, ex integrantes de Operación Triunfo y bailarines a los cuales por fin se les da la oportunidad de poder cantar y actuar.

Fernando Dente, una vez más en una ajustada composición, con mucho vigor. Florencia Otero nos ofrece una criatura única llena de dulzura pero con algunas bocanadas de oscuridad, lo más loable de su trabajo es lo distinto que es su personaje a otros abordados con anterioridad, apoyada en una versatilidad que seguramente le permitirá trabajar en muchos títulos del género. Si hay una revelación, es Federico Salles, que si bien tiene uno de los personajes más generosos y efectivos de la obra, podría ser un arma de doble filo, y sin embargo su intuición y su dominio escénico le permiten entregar un trabajo que difícilmente pase desapercibido por lo conmovedor.

Se agradece que las letras de las canciones se entiendan a la perfección, ya sea por la dicción de los actores o por el ajustado diseño de sonido.

Siendo la primera incursión, en la producción de musicales de Cris Morena, es un acierto que los derechos adquiridos permitieran el desarrollo de varios diseños con autoría nacional. La calidad del trabajo es sorprendente, donde no hay despilfarros, ni faltantes, sino un punto justo para el efecto y el desarrollo dramático.