A veces hago el amor con medias y se que no está bien

Por Silvia Sánchez

Rococó Amplagued viene a ponerle un aire de virilidad a la temática del amor y la soledad.

Acostumbrados como estábamos a la temática del amor y la soledad abordada desde una óptica femenina, Rococó Amplagued viene a ponerle un aire de virilidad al asunto. Comparte con su sexo opuesto, el humor a la hora de abordar el tema aunque aquí se trata de un humor más cercano al disparate, tamizado con canciones de Chavela Varga y rasguidos de guitarra.

Los hombres en cuestión son tres: Andrés Caminos, Federico Ottone y Gadiel Sztryk, más conocidos como el grupo Sutottos: grupo teatral nacido en el año 2005 y ganador del primer Festival de Arte Joven Sub-18.

Rococó Amplagued se presenta como un espectáculo teatral que -a partir de besos y canciones- se zambulle en las laberínticas aguas del amor, la soledad y la felicidad. En tal sentido, los “gestos” de los tópicos a tratar están más que respetados: un sillón rojo, copas de vino, rigurosa ropa negra y mucho bolero lloroso dando vueltas.

Lo que lo hace distinto, es ese aire “descontracturado” que cobra vida a partir de varios elementos: la edad de los actores, el contacto directo y permanente con el público (debido a la intención de sus hacedores pero también, fortalecido por lo desbordada que estaba la sala) y sobre todo, la sutileza con que se dibuja la puesta.

Es cierto que Rococó Amplagued no se escapa demasiado de otras propuestas que a través de la risa intentan conjurar el fracaso amoroso, el paso del tiempo y la soledad; pero también es cierto que se distingue de las mismas porque aquí la risa, no encuentra mundos de referencia posibles. Si los espectadores podían -en otras obras - anclar lo que veían a cosas de este mundo (las dietas, el teléfono que no suena, la escena con el psicoanalista), dicha empresa es aquí imposible.

El momento en que los Sutottos comienzan a “delirar” con las significaciones de los nombres femeninos es prueba más que suficiente de lo anterior: lo tajante que debe ser Ruth, lo musical que debe ser Silvana. Se trata del momento más alto de Rococó Amplagued: el momento en que el espíritu del grupo se deja ver sin velos, el momento en el que la palabra y el cuerpo de los actores son puro juego.

Con dirección de Daniel Casablanca (ya que hablamos de risa y juego) Rococó Amplagued acierta en el tono a la hora de hablar de lo harto sabido.

“Miel, miel, miel…pura, pura, miel”, cantan los tres actores acompañados de una guitarra: una delirante pausa en los grandes discursos y un guiño al viejo Mc Luhan por aquello de que “el medio es el mensaje”.