Un cacho de show

Por Fabián D´Amico

“Danza con Cobos” tiene impacto visual puesto al servicio de un show de Cacho Castaña.

Desde su rotundo éxito junto al Negro Álvarez y su consolidación como cabeza de compañía al lado de Miguel Ángel Cherutti, Nito Artaza fue el amo y señor del genero revisteril de los últimos veinte años. Con sus apuestas cada vez más arriesgadas contratando reconocidas actrices y modelos como vedettes, coreógrafos ajenos al teatro frívolo y con grandes y lujosas producciones, logró sacar a la revista de un estado vegetativo y llevarla a niveles de excelencia.
En esta temporada, Artaza decidió presentar una propuesta, que si bien tiene ciertos clichés del género, no es una revista. “Danza con Cobos, Un cacho de show” es un espectáculo humorístico musical, conformado por cuadros musicales, algo de humor, y una figura convocante como lo es Cacho Castaña.
Con un impacto visual pocas veces antes visto en Argentina, al mejor estilo Las Vegas, los cuadros musicales tienen una producción, tanto estética como de inversión, inobjetable. Proyecciones, minimalistas y efectivos elementos escenográficos, luces de última tecnología, vestuario lujoso, y un cuerpo de baile preciso, son los elementos que Artaza puso en manos de Flavio Mendoza como responsable de la parte creativa. Estética que emula al Circe de Soleil, en donde prima lo acrobático ante lo específicamente coreográfico, lo ofrecido por Mendoza al público puede llegar a tener adeptos o detractores, pero no puede objetársele el impacto visual que logra alcanzar con su puesta en escena.
Lo objetable del espectáculo y en donde Artaza como hábil y conocedor productor nada puede hacer para salvar el show del tedio, es la parte humorística. La trayectoria del cómico, la belleza y desenvoltura escénica de Pamela David y la presencia de la talentosa Gladys Florimonte no alcanzan para salvar la rutina de arcaicos chistes de Artaza, ni la galería de personajes reiterativos de ambos humoristas. Asombra que la esmerada atención puesta en ofrecer un espectáculo, como lo dice Artaza en escena, a nivel de las grandes capitales del mundo, no tenga en cuenta el libro y el contenido del espectáculo.
Pero este escollo no hace mella en lo que espera ver la gente que saca su entrada, ya que los ochenta minutos previos a la aparición de Cacho Castaña es nada más y nada menos que una agradable espera para ver a “su” artista.
Con la sola mención de su nombre la sala se convierte en una fiesta, en la que participan tanto hombres como mujeres, ya que Cacho Castaña tiene llegada a todos.
Un cantante popular, un compositor que como pocos ha sabido describir la idiosincrasia de los porteños y en especial un showman que conoce el escenario y el clima de la platea como pocos.
Con rubros técnicos de primer nivel en cuanto a luces y sonido y una orquesta de 7 profesores, Castaña ofrece sus baladas, tangos y grandes éxitos de los ‘80, demostrando su talento y dominio tanto del escenario como de la audiencia, a la cual seduce continuamente y la que le responde con ovaciones y gritos femeninos.
Una verdadera fiesta musical ofrecida por una artista popular, dentro de un show atractivo hace que “Danza con Cobos” sea una propuesta efectiva dentro de la actual cartelera marplatense.