Solamente una vez

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Por Fabián D´Amico

Amor eterno al compás de temas románticos conocidos es la propuesta de esta producción de teatro musical. Lograda química entre los actores.

Patricia Suarez es una de las dramaturgas más prolíficas de los últimos años en la escena nacional. Sus obras trascienden géneros y fronteras, y sus textos le brindan a los actores vehículos para crear criaturas interesantes e intensas. Por primera vez la dramaturga se anima al teatro musical y entra al mismo desde una variable plausible que es la simplicidad. La historia que plantea Solamente una vez y quienes les dan vida a la misma son seres reconocibles, queribles e identificables, con conflictos cotidianos y con un dibujo psicológico de los personajes nada profundo pero no por ello frívolos.

Una sala de maternidad vacía recibe a Rosa, quien aguarda el nacimiento de su primer nieto. Casi en forma simultanea un hombre amaga entrar al mismo espacio pero al ver a la mujer duda. El es Alfredo, el ex marido de Rosa y futuro abuelo. Hace siete años que no se ven y el encuentro pone más que nervioso a Freddy quien se muestra inquieto, hiperactivo, como un adolescente que tiene frente suyo al objeto de su deseo. Queda de manifiesto, al instante del inicio de la conversación entre ambos, que si bien la pareja termino, no así el amor y la atracción entre ellos.

Rosa se muestra más firme, más segura, como si la situación no la afectara y para sostener esa firmeza, se inventa amantes, salidas, fiestas. Freddy en cambio se ve desbordado y culpable por ser el, y sus constantes engaños con jóvenes alumnas de música ,quien ocasionará el fin a la relación.

Con la espera eterna del nacimiento y la forzada convivencia momentánea, las charlas surgen y con ella los recuerdos dulces y no tanto. Entre conversación y discusión la acción se traslada al pasado donde encontramos a la pareja en una fiesta a poco de haberse separado y luego de varias copas, en la casa familiar, desayunando luego de una noche de pasión y recuerdos. Un devenir muy bien planteado tanto desde la dramaturgia como desde la puesta de Claudio Aprile sostenida por un único decorado con escasos elementos escenográficos y dos actuaciones brillantes.

Monica Buscaglia maneja con soltura y naturalidad a Rosa, una criatura pequeña para el enorme caudal interpretativo de la actriz que deja de manifiesto en cada una de sus composiciones. Si bien no es su personaje quien lleve la primera voz en las partes musicales, su registro y afinación permite que esa arista de la obra, la musical, no naufrague. Junto a ella, Guido D´Albo tiene presencia escénica y una lograda química con Buscaglia. Posee una dicción perfecta en cuanto a lo actoral pero ciertas desafinaciones no lo ayudan en las canciones, siendo la dirección vocal uno de los elementos menos logrados de la pieza.

Lo netamente musical remite al pasado de la pareja y un piano en escena donde se interpretan temas conocidos como Fly me to the moon Amor de mis amores ,Júrame, Crazy y Solamente una vez entre otras, le da un estilo retro a la propuesta, disfrutable para todo público pero con un sabor a nostalgia propio en este tipo de propuestas tan probadas como efectivas.