Sola no eres nadie

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Por Fabián D´Amico

Breve relato sobre la búsqueda de identidad con una acertada dirección. Descolla Mariano Mazzei en una interpretación plagada de matices.

Un hombre solo avanza hacia la platea. Viste solo un bóxer y una camiseta. Al llegar hasta un punto determinado comienza una diatriba. Un discurso sentido y recriminador hacia el espejo que le devuelve una imagen que no corresponde con sus sentimientos. En ese instante comienza la primera de las varias despedidas de la obra. Tapa el imaginario espejo y de despide se su ser, de su imagen, de su historia pasada. Acto seguido se desprende de la camiseta, abre una caja negra ubicada en el centro del despojado escenario, saca un simple vestido pero con “puntilla debajo del pechito” y se lo coloca. A partir de ese momento comienza la verdadera historia de esta “chica” de provincia que por su tonada y las vidalas que canta usando la caja proviene del norte de nuestro país.

Su devenir inicia como chica con cama adentro de una casa de familia en la cual encuentra en “la señora” la imagen de mujer añorada, para ser luego baby sister de un niño con problemas de conducta. Historias donde la mirada cruel y discriminadora de ver a las personas por su exterior termina por dejar a la chica desamparada y con un final poco feliz aunque siempre con una mirada esperanzadora por parte de la heroína de la historia.

El muy breve texto de Natalia Villamil cobra fuerza y encarnadura gracias al exquisito discurso artístico ideado por Ana Alvarado y materializado por Mariano Mazzei. La dupla actor-directora logran imprimir belleza a una dramaturgia que, en otras manos, podría haber sido simplemente la versión "trasn" de un folletín.

Ana Alvarado presenta un espacio escénico despojado de todo artilugio estético que entorpezca el centro de atención en la actuación de Mazzei. La directora demarca con tres cajas negras los lugares donde se desarrollan las acciones con la ayuda de una tenue iluminación y pone todo su empeño en una marcación precisa y detallista de gestos, movimientos, posturas y femineidad en el cuerpo del actor. Una dirección preciosista en donde cada acción esta diseñada en pos de emociones genuinas y alejada de todo exceso o caricatura.

Mariano Mazzei demuestra, una vez más, ser instrumento de sutilezas y emotividad. Su “domestica” es sinónimo de mujer aun con su físco al natural, sin cambios en la voz, ajeno de maquillaje y un vestido con escaso atractivo. Su naturalidad al encarnar roles femeninos- excelente labor previa encarnando un doble papel en El corazón incauto- y mantenerlos lejos de cualquier parodia que le brindara comodidad es encomiable y se concreta en pequeños gestos como la manera de sentarse, de mover sus brazos, y de colocarse sus anhelados “aros de perlas” inexistentes. Una labor plagada de ternura e ingenuidad que hace a su rol querible y a quien lo interpreta, elogiable.

Solo no eres nadie es el título de la obra y que puede tomarse como un juego de palabras dicotómico. Por un lado el continuo abandono de quien se retrata en la pieza y en otro sentido, la grandeza del actor de hacerle frente solo a una historia árida y salir ovacionado de la misma.