Sherlock Holmes. El sabueso de los Baskerville.

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Por Fabián D´Amico

Disparatada transposición de la novela policial al teatro con un dúo de talentosos actores y una dinámica puesta en escena.

Si bien Agatha Christie crea a un detective muy particular en sus novelas policiales como lo es Hercules Poirot, Arthur Conan Doyle es el padre del más famoso de todos: Sherlock Holmes. Este personaje, junto a su inseparable colega Watson resuelven innumerables crímenes y estafas en los apasionantes libros de Doyle. Uno de esas novelas da pie a la creación de una obra de teatro que lleva el nombre homónimo de la pieza literaria: Sherlock Holmes: El Sabueso de los Baskerville.

La transposición de Guillermo Yanícola al lenguaje teatral ubica a los personajes en una edad avanzada, donde Holmes está retirado y la visita de Watson empieza a traer a su memoria muchas de las aventuras, en especial, la del sabueso. Un caso muy recordado por los diarios y que le diera fama al dúo, cuando resuelven un intrincado caso policial que mezcla linajes de familias adineradas con empleados domésticos, romances ocultos, infidelidades amorosas y muchas muertes causadas por un extraño animal que merodea los pantanos cercanos a la mansión de los Baskerville, elemento éste primordial de una herencia muy peleada e intrincada.

Una pieza teatral que tiene reminiscencias a la pieza Los 39 escalones en cuanto a la trama policial y a la multiplicidad de personajes que interpretan- en este caso- solo dos actores. El atractivo que tiene El sabueso es el discurso entre alocado y naif que le infunde Ana Clara González desde la dirección. Una puesta más que dinámica, con escasos recursos y elementos escenográficos, pero contacto con dos actores brillantes dispuestos al juego planteado desde la dirección. Un juego que implica una entrega física y emocional , donde la acción está plagada o directamente sostenida por una innumerable cantidad de gags físicos y verbales que tornan a la historia en una propuesta que se debate entre seguir la trama- muy bien narrada- o deleitarse en las caricaturas- al borde del absurdo- que delinea González para sus personajes.

Emilio Berasain y Martín Eliseo Mendivil juegan de manera brillante a la comedia física y disfrutan- y eso se transmite a la platea que no deja de reir –ese sentimiento. Sus personajes, sean hombres o mujeres, habitan de lleno la caricatura y la llevan hasta límites de la carcajada, con una galería de muchas criaturas cuya transformación física es tosca y repentina, y en esa simpleza radica también la veta humorística de ver a hombres con incipiente barba y pelucas rubias

Sherlock Holmes El sabueso de Baskerville invita a la platea a pasar una hora lúdica, a dejarse seducir por la magia que genera este dúo de actores y toda la galería de sus personajes y, a pesar del horario de la función, es un excelente primer acercamiento para el público infanto-juvenil al teatro. Quienes no estén dispuestos o interesados en reír a carcajadas con un humor naif y cercano al cine de Chaplin o el Gordo y el Flaco, mejor que opten por otra propuesta.