Sandros de medio pelo

Por Silvia Sánchez

Los Amados -el grupo que nacido en 1991 combina el teatro con la música- presentan su último espectáculo: Rutilantes.

En el teatro Maipo, cuando los viernes están a punto de convertirse en sábados, Los Amados -el grupo que nacido en 1991 combina el teatro con la música- presentan su último espectáculo: Rutilantes.

Al mando del cantante de la compañía, “el chino Alejo Amado” (Alejandro Viola), el grupo realiza una gira interminable cuyo carácter ficticio los devuelve todos los viernes a la misma sala teatral.

Con más de quince años de carrera, Los Amados son ya una marca registrada: acento centroamericano para todos sus integrantes (menos para la pequeña Raquelita, hallada en un kibbutz en Nicaragua por el líder del grupo), ropa colorida y exótica, melodías y coreografías que hacen mover las caderas, y una apelación al amor desde el lugar común, que logra provocar el efecto cómico en el espectador.

Ese lugar común, más las composiciones de los personajes, más las interrupciones que a cada instante Tito Richard Junquera le hace al Chino, son el sostén fuertemente teatral de un grupo que se mueve en aguas musicales, a punto tal de ser también Rutilantes, un disco.

“Cuando nos piden que nos definamos nosotros decimos que algunos llevan la guerra a otros países, otros llevan el dinero, y nosotros llevamos el amor."

La anterior cita –perteneciente al grupo, por supuesto- nos demuestra como Los Amados hacen de lo obvio una bandera y como con los años, la estética kitsch sigue funcionándoles.

Con una gran pregnancia visual que deja un poco más agazapada su solvencia musical -que la tienen- construyen una parodia que sin golpes bajos y con el gesto del homenaje a cuestas, nos habla de aquellos cantantes romanticones de los años cincuenta.

Sandros de medio pelo, personajes salidos de un filme de Almodóvar, aduladores queribles, rutilantes nominalmente: esos son Los Amados que van de gira en gira por el mundo.

Los otros (los que ganaron el premio ACE en el 2006 como mejor espectáculo de café concert) saben en cambio que la fama es puro cuento, y juegan en ese mundo de corazones rojos y jopos engominados con mucha seriedad. La misma que los hace permanecer más allá de ciertas repeticiones en la fórmula.