Mi misterio del interior

Por Silvia Sánchez

Con cuatro únicas funciones, la compañía española Ron Lalá, genera una sorpresa más que grande para un público que poco sabe de ellos.

Con cuatro únicas funciones, la compañía española Ron Lalá integrada por Juan Cañas, Iñigo Echeverría, Miguel Magdalena “Perilla de la Villa”, Diego Rovalher, Álvaro Tato en la actuación y el argentino Yayo Cáceres en la dirección, se pasea por Buenos Aires con su última obra Mi misterio interior, generando una sorpresa más que grande para un público que poco sabe de ellos.

Estructurada a partir de scketchs y canciones, estos actores - músicos generan una puesta absolutamente despojada (un fondo negro y a lo sumo unas cajas y un vestuario del mismo color) en la que sus actuaciones son puestas en primer plano. Acompañados por una guitarra, un piano eléctrico y algún instrumento ocasional, los cinco españoles apelan al humor y a la música para hablar de cuestiones tan poco divertidas como lo que en definitiva parece ser el hilo narrativo conductor de la puesta: nuestra vida actual bajo el capitalismo.

La palabra filosa y rápida, el cuerpo en toda su potencialidad expresiva, las canciones y todos los recursos a los que apelan, son pasados por el tamiz de una mirada aguda que se posa en la ironía para criticar. El exceso de televisión (con el hallazgo de “ El hombre capicúa”), la falta de lectura (con el guiño de “Leyendo por un sueño”), la explotación de la cultura Light (en el scketch en donde un grupo se junta a consumir productos y a tocar temas del grupo PH neutro), el exilio (en un juego que enhebra al psicoanálisis con el tango), la ambición desmedida (como en el cuento de el hombre que no era nada y quería ser todo, referencias a Bush mediante) y la soledad que el sistema genera (en una antológica escena en la que un personaje se habla a sí mismo en el ascensor) son fragmentos que van armando esta pieza que empieza tímidamente y que con el correr de los minutos, se agiganta ante la devolución de un público que festeja ruidosamente lo que ve.

Gratísima sorpresa no solo por el talento de sus integrantes y por la apelación al humor, sino por la originalidad de la mirada. Mirada que para hablar de un sistema que no nos causa ninguna gracia, apela a la sutileza en todas sus dimensiones.