La Patria barcelonística.

Por Silvia Sánchez

Mueva la Patria, una ópera que repasa la historia nacional al ritmo de la cumbia villera.

Rezaba una vieja canción del rock vernáculo que si la historia la escribían los ganadores, era seguro que existía otra. Mueva la patria, la primera ópera-cumbia argentina, es el relato de los perdedores que -por alternativo al oficial- tiene mucho más olor a verdad que el arengado por Billiken.

Dos elementos parecen avalar la empresa desenmascarante que los responsables de la revista Barcelona y de Todo por dos pesos se propusieron llevar a cabo: por un lado la elección de un género musical popular como es la cumbia y por el otro, la focalización del relato desde el punto de vista de un “negro cabeza”.

Así, doscientos años de historia argentina son contados desde la mirada del negro, mirada a la que se le superpone la de la cheta Romina de Caballito; como para dejar bien en claro que la lucha de clases existió, existe y seguirá existiendo por el tiempo de los tiempos.

Bajo la dirección de la talentosa Valeria Ambrosio (Mina…che que cosa sei?; Ella, Rent) ambos personajes son secundados por un “coro de garcas” conformado por miembros del ejército, la iglesia y la oligarquía quienes funcionan semánticamente de idéntico modo y resultan ser los responsables -y al decir de los últimos episodios camperos parece que seguirán siéndolo- de lo peor de la historia en cuestión.

El cuadro se completa con un cuerpo de artistas que bailan y cantan y una pantalla que apelando a la marca autoral “barcelonística” ironiza sobre las bondades (y maldades) de una patria “vendida” desde el vamos.

Con algunos momentos muy buenos (la caída de Rosas, la elaboración de la carta magna, un mapa cuyas provincias llevan el nombre de algún garca de turno, el relato en clave futbolera del enfrentamiento entre la dictadura y la resistencia popular), con muy buenas composiciones actorales (entre las que se destacan Natalia Cociuffo como la Cheta, Esteban Masturini como el Negro Cabeza, y Rubén Roberts como el militar) y con un sólido trabajo musical y coreográfico; Mueva la patria alimenta el amor incondicional de los seguidores de la revista y le hace pasar un buen rato a los que no lo son.

Retratos de un Belgrano de voz aguda, de un San Martín con tendencias adictivas, de un Sarmiento poco civilizado y de una caravana de próceres a los que solo la distancia pudo suavizar. Lástima que por lo jugosa y siniestra, se le dedique poco tiempo a la historia reciente. Habrá que esperar la “ópera cumbia argentina II” para ver como los “garcas" siempre están volviendo. Es más, nunca se fueron.