Intima y pasional (Mar del Plata)

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Por Fabián D´Amico

Acústico recital de Adriana Varela cargado de pasión y emblemáticos "tangos orilleros" en la sala mayor del teatro Provincial

Rara,como encendida, esgrimen los versos de "Los mareados", clásico tango de Cadicamo.Asi aparece Adriana Varela sobre el escenario del teatro Provincial de Mar del Plata. Enfundada en un mini vestido negro con un sinfín de flecos de canutillos del mismo color que dejan ver sus torneadas piernas,zapatos de strass plateado y una cadencia particular al recorrer el espacio,la artista subyuga aún sin interpretar a la concurrida audiencia.

Un pianista,una pequeña mesa con una botella de agua, una típica silla de madera de bares de antaño y un pie de micrófono.Pocos elementos en una caja escénica negra para un recital por momentos acústico y muy íntimo donde La Varela demuestra no solo su fraseo peculiar sino una fuerza escénica inusitada más propia de una actriz que a una intérprete de tango,donde cada elemento con el que jugó cobro vida propia y le hizo de partener para sus sensuales desplazamientos.

Un repertorio clásico para su registro que mezclo, unió, amalgamó páginas de Cadicamo y Celedonio Flores, con recuerdos y anécdotas de sus reuniones con grandes del tango y el polaco Goyeneche siempre presente.

"Madame Ivonne", "Ivette" y otras piezas donde la mujer han sido engañada por un maula sonaron como alegatos y canciones de protesta en la temperamental interpretación de la artista. Un generoso número de tangos formaron parte de la gala, temas como "Nada",al cual Varela reconoce temerle por la grandes estrofas "cantadas" y el cual se convirtió en uno de los más aplaudidos de la velada y los clásicos que no pueden faltar y que sus seguidores esperaron como "Malena" y "Los mareados", con una emotiva milonga uruguaya, inmortalizada por Alfredo Zitarrosa, a pedido de una asistente en la sala y sin preparación previa. Un logrado "toro" que satisfizo a todos.

Una amplia sala, un gran escenario, nutrida concurrencia para un recital por más íntimo,donde la cuarta pared nunca existió y Mar del Plata pudo disfrutar de esta artista internacional que continuamente manifestó su amor por el público argentino, un privilegio vivido y agradecido por quienes fuimos parte de esta especie de liturgia tanguera antes que Europa se adueñe de su talento.