Humor y ecología en un musical

Por Fabián D´Amico

Humor y ecología en un musical para toda la familia.

El teatro infantil, como género, ha sufrido a lo largo de su evolución, grandes cambios. Creadores como Pipo Pescador, Higo Midón, Héctor Presa, le han brindado jerarquía y creatividad a los infantiles. En los últimos años, Cris Morena, a través de espectáculos multimedia, y éxitos televisivos, abrió el camino de las grandes producciones para los más chicos. Este sendero es seguido en la actualidad, con títulos como "Aladin"

El trabajo a pulmón, sigue dándole lucha a estas atractivas propuestas. Un ejemplo de ésto, es “Irupé, La Bella Durmiente”.
Un grupo de más de 20 jóvenes artistas, se han propuesto darle una nueva “vuelta de trueca” a un clásico como lo es “La Bella Durmiente”.
La conocida historia de una bella princesa, encantada por un maleficio de una malvada bruja, del cual será solo despertada por un beso de verdadero amor, es transformada por Andrés Gioeni (autor y director de la obra) en un atractivo musical. Con un mensaje ecológico, el interés principal de la obra radica en el humor que hay en ella.

Situaciones ágiles, con cuadros visualmente atractivos, van contando la historia de Irupé y su amado príncipe, en donde un grupo de Hadas y Gnomos que jugarán un papel fundamental en el feliz desenlace de la historia de amor, aportan la comicidad de la pieza, a través de desopilatantes composiciones actorales y de efectivos gags.
Las canciones originales de Javier Amandi, que incluyen diferentes ritmos, desde autóctonas melodías tangueras o folklóricas, pasando por bellos duetos, sin dejar de lado los enérgicos raps, que son coreografiadas de manera precisa por Carolina Ravé.
Una funcional escenografía y colorido vestuario dan el marco adecuado para una ajustada puesta en escena.
Dentro de un efectivo elenco, cabe destacar la labor de Carla Maieli y Diego Crespo, entre otros.

Atraer la atención del público infantil, no solo por lo que se muestra sobre un escenario, sino por lo que se cuenta y de la forma en que se lo hace, es una ardua tarea. En “Irupé, La Bella Durmiente” ese propósito es conseguido con creces. Lograr que durante el transcurso de la obra, los chicos se mantengan sentados y atentos a la historia, es la mejor crítica y devolución que un espectáculo infantil pueda llegar a recibir.