Homenaje a Alfredo Radoszynski.

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Por Fabián D´Amico

Susana Rinaldi, Les Luthiers, Opus 4 , Litto Nebbia, y Jazz Quartet entre otros grandes convocados por la Fundación Banco Ciudad para este homenaje en el Teatro Colón

Este homenaje al gran editor discográfico, quien estará presente en la función, se realizará el 24 de octubre a las 20 hs en la sala principal del Teatro Colón. La función es con entrada gratuita y se podrán retirar de la Fundación Banco Ciudad (dos por persona), el jueves 20 de octubre de 8 a 12hs en Sarmiento 630 planta baja, hasta agotar 700 localidades.

Con este encuentro, la Fundación Banco Ciudad sigue con su aporte cultural, luego de las celebraciones del bicentenario y de los 100 años de tango y jazz que realizara en el mismo teatro.

A Todo Radoszynski.

Sólo un melómano a quien su analista le sugiere poner una compañía discográfica en 1965, acomete el emprendimiento, y logra que el mismo profesional le preste el dinero para hacerlo, podía generar este homenaje.
Por los surcos de los LPs (long plays) que Alfredo produjo amorosamente durante medio siglo, se pasearon musicalmente, por orden cronológico: Enrique “Mono” Villegas, Cuarteto Vocal Supay, Susana Rinaldi, Astor Piazzolla, Chico Novarro, Les Luthiers, Vinicius de Moraes & Toquinho & María Creuza, Litto Nebbia, entre otros grandes. No sólo fue su oído para detectarlos, sino su olfato para impulsarlos. Produjo LPs memorables, infaltables en la discoteca de todo connoiseur. Su contribución a la difusión y, por lo tanto, a la generación de música resulta incalculable.

Por eso, desde esta Fundación Banco Ciudad propiciamos este sentido homenaje de sus “hijos musicales” a Alfredo Isidoro Radoszynski. Erigimos su obra en ejemplo de apasionado melómano, y de inteligente productor y difusor; y realzamos a estos artistas que “comenzaron de abajo” y que ahora, en medio de su grandeza, no olvidaron la oportunidad que les dio este eterno joven, a punto de cumplir 90 años el 17 de noviembre.

Celebramos:
a) la música;
b) la vocación, empeño y calidad artística de este productor independiente;
c) la amistad y la fe con que estas personas amasaron juntas un sueño;
d) la gratitud al realizarlo.
Ojalá inspiremos otros Radoszynski, que arriesguen imaginación, tiempo y dinero, para dar surgimiento público a esos músicos populares y de calidad, que aún los están esperando.
Aunque difícilmente ahora logren que los financie su psicoanalista.
Mario Morando
Presidente Fundación Banco Ciudad


Cómo surgió este homenaje

Leí su difícil apellido hace 30 años, en el disco “Vinicius/Toquinho/María Creuza en La Fusa”. Me llamó la atención que Mar del Plata, mi ciudad natal quedara vinculada a disco tan importante (hace poco supe que ¡era La Fusa de Buenos Aires!). Y asocié “Radoszynski” al buen conde Razumovski, protector de mi ídolo supremo, Beethoven, quien le dedicó las sinfonías 5 y 6, y tres cuartetos para cuerdas. Para mí, mentalmente, comenzó a ser “el conde Radoszynski”, amigo de Mar del Plata y de los buenos músicos.

Lo conocí personalmente en el acto del 2006 en el Salón Dorado de la Legislatura porteña, donde entregué el título de Ciudadano Ilustre al gran escritor, periodista y excepcional ser humano Bernardo Ezequiel Koremblit , de quien Alfredo era amigo (“dime con quién andas, y te diré quién eres”). Sentí la proximidad de saber que habíamos sido vecinos por muchos años en el barrio del Once. Pensé con teórica nostalgia: “cuántos LPs podría haber escuchado con este tipo si lo hubiera conocido como vecino en la década del 80…”.

A fines de 2015, inspeccionaba la tapa de un LP de jazz mientras lo reproducía en mi bandeja tocadiscos: “¡Otro disco producido por este Radoszynski! ¿Y cuántos van, solamente en mi discoteca?”. Súbitamente me invadió la idea de que un productor de músicos de tal calidad, a quienes detectaba “en sus primeros brotes”, merecía un homenaje por parte de ellos. Cual Moses Asch, John Hammond o Teo Macero argentino. Nadie nunca sabrá cuántos de esos monstruos que ayudó a “parir” para el gran público hubieran llegado igualmente, sin pasar por sus discos. Imaginé que varios quisieran decirle “Gracias” a esta altura de sus vidas. Y que la Fundación Banco Ciudad podía (¡y debía!) ser el vehículo para ello. Alfredo estaría originando, una vez más, música de gran calidad.

Por sobre todo, imaginé el magnífico espectáculo de la Gratitud de los Grandes desplegado en el Teatro Colón, a contramano de una sociedad que generalmente hace del éxito el pináculo de la soberbia.
Esa linda fantasía, que surgió mágicamente al inspeccionar la contratapa del LP, la hicieron realidad el gran productor Alejandro Varela (me conectó a Sergio, el hijo de Alfredo), Marcelo Da Corte (quien me conectó con Alejandro) y Juan Carlos Cuacci (que plasmó la producción). Por sobre todo Les Luthiers, Susana Rinaldi, Litto Nebbia, Opus4 y el Jazz Quartet de Néstor Astarita-Jorge Anders- Pablo Tozzi y Alejandro Kalinoski, que dijeron Presentes! Y Uds., amables asistentes; privilegiados testigos de esta maravillosa conjunción de arte y amistad.
Mario Morando

Alfredo Radoszynski
Septiembre 2016

Siempre me gustó la música aunque nunca pude aprender más que los rudimentos muy básicos de la guitarra. Pero disfrutaba enormemente el escucharla y asistir a shows, sobre todo de jazz.
Cuando se creó Trova a mediados de la década del 60, no tenía la expectativa de lo que sucedió después.

Yo estaba en una etapa crítica de mi vida, disconforme con mi trabajo y, gracias a la ayuda y presión de mis amigos, recalé en un tratamiento psicoanalítico que, no sólo me ayudó a aclarar qué es lo que yo quería hacer, sino que hasta los médicos de la clínica en la que me trataba me alentaron e invirtieron en la creación del sello, al que se sumaron algunos “fanas” del jazz que yo frecuentaba por aquel entonces.

Los comienzos fueron difíciles, conseguimos algunas licencias de pequeños sellos de jazz de Estados Unidos, un sello de lo que hoy llamaríamos “world music” y de a poquito comenzamos a grabar a algunos grupos de jazz en formato “simple” (un tema de cada lado) o “doble” (2 temas de cada lado).
El primer LP que produje fue del trio de Enrique “Mono” Villegas “En cuerpo y alma”.

Luego vinieron los discos de Dona Carol, Blue Strings (grupo de los hermanos López Furst) y la Porteña Jazz Band. Y más discos del “Mono” y la Porteña.
Los años 60 eran un hervidero de creatividad y yo empecé a sentir que teníamos que expandir el horizonte musical y empezamos a producir algunos discos de folclore (María Escudero, Omar Moreno Palacios) y allí me encontré con un grupo que me pareció excepcional: Cuarteto Vocal Zupay, del que produje sus dos primeros discos.
También incursionamos en el tango con el Trio Contemporáneo y tuve la suerte de cruzarme con los comienzos de la carrera como cantante de Susana Rinaldi, un descubrimiento para mi por la expresividad con la que cantaba.
Paralelamente, conseguí un licencia de un sello brasileño que se dedicaba a la Bossa Nova y lanzamos en el mercado argentino a artistas como Vinicius de Moraes, Dorival Caymmi, Baden Powell, etc.
Un día, para mi sorpresa, se presentó Astor Piazzolla junto a Horacio Ferrer para proponerme grabar su “operita” María de Buenos Aires. Yo no lo podía creer, Piazzolla era un músico importante aunque poco comprendido en aquel momento.

También para esa época produje el primer disco (que no sería el único) de boleros de Chico Novarro.
Y luego conocí a Les Luthiers. Yo no podía creer lo que veía y escuchaba. Eran tan originales, creativos, musicales y graciosos que no tuve más remedio que grabarlos y hacerme amigo de ellos.

Poco tiempo después, en 1970, me dí el gusto de mi primer producción internacional con Vinicius de Moraes, Maria Creuza y Toquinho. Nos habíamos conocido y hecho amigos con Vinicius en el 68 cuando actuó en Buenos Aires y al presentarse en julio del 70 en una temporada en el café concert “La Fusa” acordamos grabar el show.

Un par de años después, se acercaron al sello artistas consagrados (y otros por consagrarse) del rock argentino como Litto Nebbia, con el grupo Huinca y luego solo, Aquelarre (sus dos primeros discos), Pedro y Pablo, Roque Narvaja, Miguel y Eugenio, etc.

Opus Cuatro, Alberto Favero, Marián Farias Gómez, Dina Rot, Carlos Perciavale y Antonio Gasalla, Pacífico, Nueve de Cámara, Amelita Baltar, Quinteto Clave, Cipe Lincovsky, Marikena Monti, Uña Ramos, Canela, Moncho Mierez, Eduardo Lagos, Cuarteto del Canto, Las Musinas, La tía Leonor y sus sobrinos, Sebastião Tapajos, Pedro dos Santos, Nana Caymmi, fueron los artistas que también produje, la mayoría iniciando sus carreras con nosotros.

Lanzamos por primera vez (bajo licencia) en Argentina discos de Maria Bethânia, Gal Costa, Gilberto Gil, Novos Baianos, Canned Heat, Dionne Warwick, etc.

No me puedo olvidar de los directores musicales con los que trabajé y que me ayudaron y enseñaron a entender la música en su sentido más amplio:
Los hermanos Jorge y Oscar López Ruiz, Mike Ribas, Juan Carlos Cuacci y Oscar Cardozo Ocampo, a los diseñadores gráficos Carlos Rolando, Oscar Zárate y Juan Arraubarrena, y el querido amigo y fotógrafo Gianni Mestichelli, que le dieron la estética visual que estos artistas necesitaban y los técnicos de Estudios ION (mi segunda casa) que captaban el sonido que producían esos maravillosos artistas: Osvaldo Acedo, Juan Carlos Manojas y Carlos Piriz.

Al retirarme de Trova, emprendí un camino independiente que empezó con Jorge Navarro, Les Luthiers y el grupo Gotan.
Hubo algunos años en los que me alejé de la música (o ella se alejó de mi) paro nos volvimos a encontrar y pudimos recuperar nuestro amor.
Participé en la pre-producción del disco en español de Gilbert Becaud, intermedié para la llegada por primera vez al país de Caetano Veloso, Gal Costa y Alcione, produje para España cuatro discos de pianistas de jazz argentinos: Jorge Navarro, Rubén “Baby” López Furst, Norberto Macline y Horacio Larrumbe.

Conseguí las licencias de los más importantes sellos independientes de Brasil, otros de España y armé, junto a mi hijo Sergio, el sello rp music.
Recuperamos la propiedad de la mitad del catálogo original de Trova (que yo produje en su gran mayoría) ya que ésta, a su vez se había dividido en dos.
Junto a Sergio, produjimos el disco de José Ángel Trelles “El cantor de Buenos Aires” con la dirección musical de otro grande: José “Pepo” Ogiviecki.

Trabajar de lo que a uno le gusta hace que éste se convierta en un placer, pero trabajar, además, con artistas a los que uno admira es un privilegio.
Y entablar una amistad con la mayoría de ellos, no tiene palabras que lo definan.

Tuve esa suerte, pude trabajar de lo que siempre me gustó por sobre todas las cosas (la música) con artistas que admiré, admiro y admiraré.
No tengo palabras para agradecer.