Ficcionario

Por Fabián D´Amico

Una bella joven recibe a la audiencia ubicada en el medio del un salón atiborrado de objetos diversos, donde predominan globos atados a pequeños muñecos y muchos círculos. La música rítmica que invade el recinto es acompañada de movimientos espasmódicos como si cada sonido le diera vida a ese cuerpo que no deja de moverse. Una catarata de palabras en forma de versos brota de la boca de la actriz al finalizar el primer acercamiento con el público, particularidad que se mantiene a lo largo de la performance.

La protagonista va rompiendo el atuendo que la contiene como si fuera una mariposa que nace y se despoja de su vaina, dando paso a una criatura que transita la niñez, los conflictos con su madre, el paso a la juventud , algunas desilusiones, soledades y tal vez pocas alegrías. Sensaciones que se transmiten mediante textos en verso, canciones, bailes. De los muñecos y globos al lápiz de labio, el alcohol y unos zapatos de taco alto “iguales” que no la conducen a ningún lado. Tangos, milongas y canciones varias con un patina de melancolía que invade el recinto y provoca un aroma particular a la noche. Muchos versos y sonidos con un destino incierto o tal vez inexistente

Ficcionario es un espectáculo que resulta tan difícil de catalogar como de codificar. El unipersonal, cercano a los happenings de los fines del 60, está plagado de signos, símbolos e íconos que requieren de un público -joven y teatral- predispuesto a decodificar los muchos guiños que Faggiano emana de su cuerpo y voz.

Una interesante labor de Stella Maris Faggiano en todos los lenguajes que maneja de manera perfecta y que permite verla en un registro distinto a su habitual desempeño en grandes musicales. La cercanía con el público, una marcada dirección y una creativa puesta en escena de Lautaro Metral hacen de Ficcionario una propuesta atractiva que permite reencontrarse con una manera de hacer teatro presente en la vanguardia vernácula y que a varias décadas de su extinción regresa con fuerza y juventud.