Entrevista a René Diviú

Por Fabián D´Amico

Escenógrafo, asistente de escenografía de prestigiosas obras, como “Una Margarita llamada Mercedes”, “Fiebre de Heno”, “Sor-presas”, entre otras, creador de la escenografía y vestuario de “Don Juan de Moliere”, dirigida por Alberto Ure y “Lucia, la Maga”, escenógrafo de “Calígula” y actualmente responsable de la escenografía y vestuario de “El Fantasma de Canterville”; Rene Diviú nos concedió una entrevista, en donde nos relató su experiencia de trabajar con Pepe Cibrián Campoy y Ángel Mahler, su visión sobre el rol de un escenógrafo y sus futuros trabajos

M. T.: ¿Cómo fue tu inserción en el trabajo con la dupla Cibrian Malher?

R. D.: Este es el segundo trabajo, el primero fue “Calígula”, que me presentó Rubén Cuello a la dupla.Yo había trabajado con Rubén, lo conocía desde hacía mucho tiempo. Cuando empezaron “Calígula”, Rubén me llama, y me presenta a Pepe. Fue una fantasía de años, desde cuando estudiaba, el trabajar con Pepe. Muero por la comedia musical, y acá, en la Argentina, era muy poco lo que se hacía en musicales. Hice algunas comedias musicales más chicas, pero bueno, siempre decía como me hubiese gustado trabajar con este hombre y se dió. Lo que uno se propone y lo piensa muchas veces se da, y así fue que me lo presentaron, tuve muy buena química con Pepe. Creo que es un apasionado en lo que hace, te puede gustar o no, pero realmente la pasión que pone él en sus proyectos, es similar, a la que pongo yo. Con Ángel habíamos trabajado en otras oportunidades, y así me inserté en este grupo, y se venía la segunda, el gran desafío.

M.T.: Son dos estilos diferentes: el que usaste en “Calígula” y el que usaste en ”El Fantasma”. ¿Cómo fue el proceso creativo desde tu disciplina? ¿Fue un trabajo en conjunto entre Pepe, Ángel y vos?

R.D.: Todos los trabajos son en conjunto. El teatro es conjunto. Con Pepe se trabaja desde el comienzo, como se gesta la obra, y con Ángel y la música. Era una comunión entre los cuatro, ya que no hay que olvidarse de Daniel Fernández (coreógrafo de la obra) que también se insertó en el grupo y tenía que ver con todo el movimiento. En general, los espectáculos de Pepe son de mucha gente en el escenario y eso, me limitaba mucho en hacer algo que ocupara tanto el escenario. Se fue charlando con Pepe. Yo vengo trabajando para este espectáculo desde Febrero todos los fines de semana. Mientras Pepe escribía, yo dibujaba y les daba el carácter a los personajes con el vestuario y el resultado se ve. Es un trabajo en conjunto. Me parece que es la única forma de hacer un musical. Nada menos que un musical en donde intervienen tantos rubros y tantas personas sobre el escenario.

M.T.: Dentro de la estética de la puesta, en especial, en la escenografía, predomina mucho la plástica, es decir, los cuadros. ¿Qué te llevó a elegir esa estética, donde los cuadros se ven tanto en el escenario como en la sala?

R.D.: Creo que salió de charlas con Pepe. Salió de cómo reflejar que hay un castillo, en donde hay recuerdos, que a veces se ven, que son fantasmas, y a veces no se ven. Cuando no se veían los fantasmas, tenían que estar los cuadros de esos recuerdos. Creo que el cuadro te marca una época que queda reflejada y estática. Quería mostrar esa cosa fija de un recuerdo y que luego se corporiza. Por eso, los cuadros de los fantasmas, que luego aparecen. De ahí surge la idea. Pensando en un castillo de Londres, y la decoración de ese castillo. Que mejor que los cuadros que reflejan toda la historia de ese castillo. La historia de los que murieron y que ahora son fantasmas. Pero creo que la idea surgió también de la creatividad de Pepe. Pepe te marca muchas pautas que las tenés que captar.

M.T.: ¿La creatividad de Pepe en algún momento limitó tu propia creatividad?

R.D.: Nunca la creatividad de Pepe te puede limitar, al contrario, te obliga a superarte, a poner más energía. No, al contrario, creo que he llegado a una etapa de mi profesión que puedo descifrar con qué director me voy a sentir bien, y es un ejemplo típico cuando yo lo conocí a Pepe dije: “Con éste director voy a andar muy bien”. Por que sentí que esa pasión, todo eso que él aporta, es positivo. Lo tenía que parar, porque Pepe es un cúmulo de creación y quiere volcarla, quiere hacer y quiere hacer y yo técnicamente tenía que acotarlo, porque mi trabajo es aunar lo creativo con lo técnico. No todo se puede hacer en un teatro con las dimensiones del Globo, es un teatro relativamente chico para un musical, todo lo que soñamos no se puedo. Pero un 80% de los que soñamos lo hicimos. Por supuesto con el apoyo de Ángel, si ustedes les gusta, decía, lo hacemos, y bueno, en Argentina y en esta época, que te digan acá tenés este presupuesto, andá y adelante, fue bárbaro.

M.T.: Se nota dentro de los rubros escenografia y vestuario una gran inversión. ¿Tuviste libertad en cuanto al presupuesto que utilizaste?

R.D.: No se podía creer, pareció que estaba trabajando en Broadway. Pude hacer lo que quería, siempre con las pautas de Pepe, siempre con una comunión con él, de lo que iba logrando, de lo que iba haciendo, pero me sentí suelto, me sentí que pude apostar, me sentí que hice honor a mi profesión.

M.T.: ¿Ves “El Fantasma” en otro escenario o ámbito que no sea el del Globo?

R.D.: No, para mí, es el castillo. Era ése el lugar, el ámbito y ése es el castillo que soñé, ése es el castillo que no se parece a cualquier castillo, que los colores no son los de cualquier castillo. El tema de la obra es que el fantasma no asusta, entonces no quería darle miedo a la gente, y yo quería que el espectador tampoco tenga miedo, entonces, por eso la onda de los colores, los colores celestiales. Me pareció que ése era el contrapunto entre los americanos, lo real y lo fantasioso.

M.T.: Te preguntaba sobre el escenario del Globo ¿Te imaginás la puesta de “El Fantasma” en un lugar como el Luna Park?

R.D.: Tené por seguro que si va al Luna Park, te cambia la estética. En el Luna se trabaja con sobredimensiones, cosas muy grandes por una lejanía del espectador. Acá es todo muy intimista, es todo muy chico. En el Luna se pueden hacer vestuarios y decorados pintados y acá tuvimos que bordar y se bordaron los trajes, había cinco personas bordando, porque cada fantasma tenía su traje bordado con perlas y los tocados y los sombreros. En el Luna se haría con otra estética. Se hubiese planteado otra forma para ese ámbito.

M.T.: Entre los dos estilos diferentes ¿Te sentiste más cómodo al momento de crear en alguno en particular?

R.D.: Fue curioso. Fueron totalmente distintos los dos criterios. En los americanos, sentí que me divertía mucho, porque hacer una señora Otis muy mersa y al mismo tiempo fina, fue divertido. Pero cuando incursionaba en los fantasmas, era un placer plástico y estético.

M.T.: Como escenógrafo, y en la parte técnica ¿Cómo ves a la Argentina con respecto al resto del mundo?

R.D.: Algunos teatros tienen lo necesario para hacer un producto interesante y otros no. Creo que nos falta un poquito.

M.T.: ¿Hay algún teatro en Buenos Aires que vos digas que es el escenario preciso para hacer tu creación ideal?

R.D.: (Duda) No, no sé, algunos le falta alguna cosa y le sobra otra, unos tienen poca visual y otros, otra más abierta. Creo que lo que nos falta es producción. Lo que no tenemos es el dinero que se necesita. Por que hay un teatro muy interesante pero que no tiene un circular, con dinero se hace el circular arriba del escenario existente. No tiene trampa, con dinero se hace y no tiene maquinaria de vuelo y se compra con dinero. Pero Buenos Aires no deja de ser una plaza interesante para el teatro, y me parece que en algunos aspectos estamos mejor que en otros países. No vamos hablar de Broadway, pero se hacen cosas más que interesantes. Broadway creo que está reiterativo, me parece que no aparecen cosas nuevas, y acá, con la exigencia de no tener buenos presupuestos, aparecen cosas nuevas, se agudiza la creatividad.

M.T.: ¿Te sentís más cómodo o creativo en musicales o en obras de texto?

R.D.: Empezó mi carrera con obras de texto, y siempre dije que me gustaría hacer un musical y ya hice cuatro, y son cosas distintas. Interviene la música acá, el ballet. En una obra de texto también, pero ahora estoy apasionado con los musicales y apasionado por Ángel y Pepe.

M.T.: ¿Hay algún musical de Broadway o Londres que te gustaría hacer acá, en Argentina con tu estética?

R.D.: Me gustaría Jeckyl & Hyde. Me alucinaría hacer ése espectáculo, pero como ya está gestado con una estética, yo no podría hacer nada en la puesta, por más que un productor me llame. Solo quizás reponer lo que el escenógrafo hizo en Londres.

M.T.: Una estética más que simple y diferente a la que plasmaste en “El Fantasma”…

R.D.: No sé, yo creo que busco la simpleza también, y el minimalismo se está incorporando en el espectáculo y en las comedias musicales. Yo creo que cuando se desestructura mi castillo, pasa a ser algo minimalista. Adquieren importancia los fantasmas, vés que el escenario se vacía un poco. Yo creo que busco un poco por ese lado.

M.T.: Es decir que no sos del estilo de los musicales como Sunset Boulevard…

R.D.: No, pero bienvenido sea. Si me contrata un director para hacer un espectáculo y lo quiere muy pero muy barroco y muy cargado, me pondré al servicio de esa obra, de ése autor y de ése director. Para eso estamos los escenógrafos. A mi me gustaría hacer un espectáculo todo naranja, pero yo no soy el dueño del espectáculo, ni el que escribió la obra. El día que yo escriba mi obra, y yo la dirija, tal vez lo haga todo naranja o verde fluo. Pero estamos a disposición de otra persona. Yo no creo que el escenógrafo es el dueño del espectáculo y de lo que quiere hacer. Estoy al servicio de Oscar Wilde y de Pepe Cibrián.

M.T.: ¿Tenés algún proyecto en carpeta?

R.D.: Sí, con Pepe y Ángel. La reposición de “Las Mil y Una Noches”.

M.T.: Se está cumpliendo tu sueño de trabajar con ellos…

R.D.: Obvio, y ojalá que siga, porque es un placer. Ya estrenamos “El fantasma” y con el éxito que tiene. Ya empezamos a trabajar en “Las Mil…”. Ya tengo la escenografía aprobada y en este momento, estoy en el proceso de armado de maquetas, para que pueda jugar un poco Pepe con la escenografía. Seguimos con la onda minimalista. Creo que no va a ser igual a lo del Luna Park. En el Luna fue lo que fue, porque lo hizo otra persona. Ahora lo hago yo, y va a ser con mi estética, no se si peor o mejor, pero va a ser distinto. No van a poder ver lo mismo que se vio en el Luna, porque no lo va a hacer el mismo equipo.

M.T.: De las obras ya hechas, de Pepe y Ángel ¿Hay alguna en la que te hubiese gustado participar?

R.D.: Obvio, me emociona pensar que en el estreno de “Drácula” yo aplaudía y lloraba. Yo decía porque no estoy trabajando acá. Era un placer ver “Drácula”. Yo no había viajado, no había visto musicales. Era la oportunidad que me brindaban ellos dos de ver un espectáculo grande con suceso argentino. “Drácula” ya está en la historia del teatro argentino y para mí, fue una sorpresa. Era algo gigantesco de lo que hubiese querido participar. Nunca me animé a llevarle a Pepe mis trabajos. Decía “algún día me llamará si es que me conoce”. Esas cosas que se dan, pero ahí me dieron ganas.

M.T.: Trabajaste en el ámbito oficial. Fuera del tema presupuestario ¿Te sentís más a gusto en el ámbito oficial o en el privado?

R.D.: Soy una rata de teatro, soy una rata de los sucuchos de San Telmo, de los sótanos y ahí nací, y tiene un placer muy especial. Tiene el placer de gestar tu trabajo y después de llevarlo a cabo, con talleres, incluso tengo un taller de realización de vestuario que es un placer. No es lo mismo presentar un proyecto en un teatro oficial, donde está la sección que en este caso, es sastrería, que te hace todo y vos vas una vez por semana. Acá, en el ámbito privado, se amasa más. Tenés que laburar en el taller, ir al Once a comprar las telas, la pasamanería y las perlas. Te metés un poco más y a mí, me da placer eso. Me pone como loco, llega un momento que exploto. Hay presiones. En éste trabajo hay una presión que es normal, la fecha de estreno o de ensayo general. No hay un retraso, si no llegás a esa fecha, algo pasó, algo salió mal. Tenés que estar en contra del tiempo, del reloj, le pasa a Pepe, a Ángel, llegamos al estreno muy exigidos con el tiempo.En el teatro oficial, no pasa eso. Recuerdo una ópera que hice en el Teatro Colón donde presenté mi proyecto cuatro meses antes, y un mes antes del estreno, me llamaron para ver como iba marchando lo mío. No hacés nada, controlás, elegís, oscureces, bajas, subís, te sentís más holgado. El teatro privado te exige más, porque si tenés que lustrar un zapato, si lo tenés que decorar o ponerle un moño, lo tenés que hacer, lo importante es llegar arriba del escenario con todo en ese día, a esa hora y que estén todos tranquilos. Hablando de tranquilidad, 30, 40 personas en escena, que es muy difícil que la pollera le quede bien, que el pantalón no se le caiga, la peluca… no te olvidés que en “El Fantasma” hay más de 40 pelucas en escena, es un trabajo impresionante de mantenimiento. Es una producción cara, grande, pero el resultado está. El argentino sabe elegir, te puede gustar un poco más o menos, pero las entradas se venden y creo que nadie se queja. Ponemos el cartelito de “no hay mas localidades”.

M.T.: ¿Estás conciente de que las entradas se venden por la dupla Cibrian Malher, pero también para ver tu trabajo?

R.D.: No, no, se venden por Ángel y Pepe, yo acompaño y apoyo bastante bien, pero los dueños del espectáculo son Ángel y Pepe. Fui un apéndice de eso, un apoyo y creo que cumplí. El esfuerzo valió y la gente comenta que es bueno mi trabajo. Pero ellos son los dueños, hacen nacer al monstruo, yo lo visto.