El pecado que se puede nombrar

Por Silvia Sánchez

Pecado carnal: Baudrillard, Vargas Llosa y otros, en la voz de la narradora Marta Lorente.

Siempre se celebra un retorno a la palabra. En épocas de virtualidades al por mayor, que alguien -copa en mano- se apreste a decir, merece al menos un gesto de confianza.

En plena ebullición de la oralidad (¿tan fugaces eran nomás las imágenes?) y a tono con la misma, Marta Lorente ideó Pecado carnal: un espectáculo para hablar -ni más ni menos- de lo que no se puede hablar.

Actriz, docente y narradora oral, Lorente escogió un puñado de autores que del arte de decir, saben mucho: Baudrillard, Roland Barthes, Vargas Llosa, Doris Dorrie, Alessandro Baricco, Cristina Wargon y Alicia Steimberg entre otros.

Con ellos hilvanó un espectáculo de poco más de una hora en donde el hilo conductor es el erotismo y en donde, a través de un montaje invisible, la continuidad no solo es temática sino también estilística.

Como Marta Lorente es actriz además de narradora, cada relato tiene también, algo de carga actoral. La mirada a público, la breve inclinación del cuerpo o esa entrada bailando al compás de un tema de Elvis Presley, son algunos de los préstamos a la palabra a los que Lorente apela.

El erotismo, cuya resbaladiza definición coquetea tanto con el amor como con la pornografía, ha sido un tema recurrente en el arte, acaso porque es en ese terreno en donde la sublimación puede llevarse acabo. Algo de esa “descarga” parece producirse en el público. En su mayoría femenino, los espectadores disfrutan de la complicidad que la actriz entabla con su propio género al mencionar al “punto g” o a otros puntos portadores de placer, y parece coincidir con Lorente en que en cuestión de vínculos amorosos, todo se arregla en la cama.
En un bar del Palermo más lindo, Marta Lorente vuelve al viejo oficio de contar historias. Un viejo oficio que por suerte ha regresado a reclamar su lugar.