Copi por dos+ Liza

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Por Fabián D´Amico

Grandes actuaciones y rubros técnicos y artísticos de nivel internacional para el regreso de Copi a los escenarios porteños en la sala emblemática del teatro nacional.

Se presentan en la Sala María Guerrero del Teatro Nacional Cervantes dos de las discutidas y personales creaciones de Copi como lo son “El homosexual o la dificultad de expresarse" y “Eva Perón”. Una velada particular y plagada de emociones la del estreno de estas piezas por diferentes razones.

La apertura del Teatro Nacional, emblema de un teatro clásico y hogar de Florencio Sanchez, Gregorio de Laferrere y otros próceres de nuestra dramaturgia nacional a un escritor contestatario y vanguardista como Copi. El placer de ver la sala mayor en todo su esplendor y con público en todas sus bandejas. El descubrimiento o redescubrimiento de un escritor único e irrepetible que continúa perturbando hoy en día con piezas escritas en los años 70. Muchos motivos para un festejo que se potencia con la calidad que se recibe desde el escenario, más allá de cualquier reparo narrativo o cierto prurito hacia el descaro con el cual Copi trata a ciertos mitos nacionales.

La gala estructurada en dos obras con un intervalo en el medio que merece ser visto y apreciado para entender un poco más a Copi. La primera obra-difícil, árida, absurda, con mucho de escatológica y por demás bizarra- es el Homosexual. Siberia, un paisaje inhóspito y con bloques de hielo resquebradizos que soportan la nieve que cae de manera ininterrumpida durante toda la representación. Dos mujeres transexuales, con vestuario femenino y cuerpo y actitud hombruna, discuten sobre el cuidado y amor hacia una tercera mujer- que teóricamente cambio también su genitalidad aunque no se sepa de cual a cual-. Amante de una e hija adoptiva de la otra, la joven en cuestión se debate entre huir con su amante hacia China o quedarse con quien le diera afecto. El marido y padre de la joven y un militar que apenas participa en escena completa el elenco que dan vida a estos personajes muy alegóricos creados por Copi para contar algo sin sentido pero para decir mucho más, en capas densas y profundas del texto, que lo que puede apreciarse en la dermis. Relaciones entre Siberia y el exilio, entre esas mujeres y el propio Copi, los amores que no son sanguíneos pero que a la distancia se potencia son tantas de las sublecturas que cada espectador podrá disfrutar si logra sortear el sinsentido de lo inmediato.

Con una puesta impecable en todos y cada uno de los rubros la finalización y el saludo final de El homosexual abre el camino- y cierra literalmente el telón a la primera parte- para que un exótico personaje vestido de animal print, con pelucón rubio y un adorno que sostiene esa abundante y artificial cabellera se comunique con el público. Ese ser extravagante no es más que Gustavo Liza, ícono emblemático de la noche gay porteña desde hace varias décadas. Liza explica que lo que se verá a continuación es un entreacto que dura casi media hora y que la gente puede salir si es su voluntad ,ya que no afecta la compresión de las piezas. Pocos se levantan y la mayoría disfruta de un verdadero acto de cabaret creado en base a monólogos escritos por Copi, entrevistas que se pueden escuchar en vivo, dibujos, y poemas escritos y proyectados en un pantalla o dichos por este emblema del show porteño. Liza despliega toda su impronta pero además demuestra su dote interpretativa al ponerse en la piel de Copi y decir textos que si bien no se relacionan en forma directa con las obras, nutren a la audiencia de toda la locura del artista franco argentino. Su nula relación con la critica, sus comienzos como autor en Paris junto a Lavelli, la necesidad de hacerse conocidos aun escribiendo happenings que tanto disgusto le causaba, la falta de estilo identifica torio en entre sus obras. Una grata e interesante espera- con mucho del espíritu de números de boliches gays con playback incluido- para el plato fuerte de la velada: Eva Peron.

Una pieza en apariencias más formal que El homosexual, provoca en el público un nervioso silencio. Sobre el escenario un bulto tapado por una sabana se refleja en otro igual pero a diferencia del primero, éste se levanta y desaparece en un lento caminar. Inmediatamente la acción cobra frenética -pero ordenada –vida e ingresan los protagonistas de la pieza. Una Evita demacrada, delgada, con el torso cubierto solo por un imponente collar de diamantes y cuya falda es un clásico vestido de gala de la Señora. Una Evita agresiva, desafiante y a la vez débil y demandante. Solo quiere estar acompañada mientras el dolor la parte en dos. La compañía más cercana que tiene una enfermera, a su madre, un ser despreciable que solo le interesa conocer la clave de las cuentas de seguridad de su hija y un secretario llamado Ibiza, un hombre que desde el phisque du rol queda de manifiesto ser un alterego de Juan Duarte. Un Perón débil y encerrado en sus migrañas aparece desdibujado en este torbellino de poder y dinero, con un estilo de novela policial francesa y un toque de Agatha Christie.

El final está cerca- o ya ocurrió y lo que vemos son las exequias de Eva preparadas por la propia Eva- y nadie quiere reconocerlo. No se muere una mujer, se muere el sostén del poder político reinante en una Argentina machista gobernada por una mujer que solo pudo doblegar un cáncer y que quiere estar- aún más allá de su muerte- rodeado de lujos y costosas alhajas.
Una obra dura, descarnada, con una visión de Copi alejada de las menudencias partidarias y con un papel femenino interpretado por un hombre. Una interpretación visceral y contenida a la vez de Benjamín Vicuña en una labor consagratoria dentro de la escena nacional y que deja ver un gran trabajo de dirección que lo sostiene y apuntala, con escenas conmovedoras y otras de crueldad extrema sin caer en ningún momento en la caricatura o gritos y gestos innecesarios. Si bien Vicuña ofrece un gran trabajo, las palmas de la noche se las lleva Carlos Defeo como la madre. Un trabajo plagado de matices, de pequeños gestos, de posturas corporales precisas que hacen querible y destestable a la vez a esta madre que solo ve y vive por su propio bienestar y beneficio.

Al igual que en la primera de las obras, el vestuario de Renata Shushein, la iluminación de Bruno Marsol y la excelente dirección de Marcial Di Fonzo Bo ,no solo habilitan al público a tomar contacto con Copi sino le brinda al Cervantes la posibilidad de recupera un brillo de otrora con una propuesta de nivel internacional como la que ofrecen el teatro junto con la Comedie de Caen de Francia.