Compañía teatro argentino de cámara: el sueño de permanecer

Por Silvia Sánchez

Una compañía que demuestra que en este país, la palabra independiente a veces tiene razón de ser.

Se trata de una obra de corte histórico (como le gusta a la compañía) que recrea el encuentro fortuito de tres figuras: Leonardo Da Vinci, Maquiavelo y César Borgia.
Se trata de una compañía (Compañía Teatro argentino de cámara –Teatro El convento) que desde hace catorce años apela al teatro clásico y al esfuerzo colectivo para demostrar que en este país, la palabra independiente a veces tiene razón de ser.

Armar una compañía estable en épocas de tanta turbulencia es, casi casi, un milagro.

La compañía estable del Teatro el Convento (www.teatroelconvento.com.ar) no solo lo ha producido sino que también, ha podido con algo más utópico aún: mantenerla en pie desde hace catorce años. Y no solo eso, pues la compañía se ha metido con un repertorio tan prolífico como difícil de hacer: el clásico.

De todos esos desafíos, el grupo no solo sale airoso sino que también, se erige como una referencia del campo teatral, verdaderamente independiente.

Diego Verni, uno de los actores de la compañía devenido agente de prensa en el poco tiempo libre que le queda, sostiene que la faena no es fácil, sobre todo, porque es difícil entrar en los medios y que se difundan las puestas que , como todo elenco estable que se precie de tal, cada tanto van renovando.

Sin embargo, pese a los obstáculos, la compañía no solo se ha mantenido sino que ha crecido enormemente. Actualmente tienen tres obras en cartel: Hamlet de William Shakespeare, El avaro de Moliere y acaban de estrenar una tercera de autoría propia: El bello engaño, escrita y dirigida por Martín Barreiro, fundador, director y alma mater de la compañía.

Para sus hacedores “la puesta plantea un enfrentamiento y reflexiona sobre la difícil relación que existe entre el hombre, el poder y la política, adquiriendo una insospechada actualidad”. En tal sentido, es posible leer en todos los clásicos que conforman el repertorio de la compañía, resonancias con el presente aunque Verni se encargue en enfatizar que son muy respetuosos de los textos, muy clásicos con los clásicos. Casi antiposmodernos, podríamos agregar.

Es que la compañía, tiene algo de “antigua” en el mejor de los sentidos: en la elección de los textos que representan, en el valor trascendental que le dan a la palabra, en el trabajo constante y coherente.

En la sede del Convento Grande de San Ramón Nonato de Buenos Aires (Orden Mercedaria), monumento histórico de la ciudad, la compañía arremete con obras medievales, renacentistas y barrocas pero también; con escenografías, luces, maquillajes y vestuarios, porque “todo lo hacemos nosotros”, dice Verni, orgulloso y apasionado, desbordado pese a su traje riguroso y su corbata ceñida.

Han viajado con sus puestas por el mundo, han obtenido premios (Florencio Sánchez y María Guerrero), han sido invitados por el Festival Shakespeare a presentar Macbeth en el castillo de Tournon en Francia y todo, absolutamente todo, lo hecho a fuerza de trabajo y sobre todo, de pasión.

La misma que los llevó, hace un tiempo largo ya, a juntarse en un convento a ensayar. La misma que nunca los abandonó y que cada noche, se engorda con aplausos.