Como un perro andaluz

Por Silvia Sánchez

Noche de perros, con dirección de Julio Ordano, el texto de Adriana Ursi indaga sobre mucho más que un desencuentro amoroso.

Noche de perros de Adriana Ursi, es más que la puesta en escena de un desencuentro amoroso. Es una reflexión sobre las debilidades humanas, sobre el triunfo de lo previsible y tranquilizador.

Clara y Pedro, los protagonistas, han tenido una aventura amorosa que solo duró un par de días. Pasado el tiempo, Clara llega a Buenos Aires en busca de Pedro y de un futuro juntos pero ante dicha petición, Pedro le recuerda su condición de casado y lo feliz que él se siente en esa vida “previsible” y “de perros”. Los grandes discursos libertarios de Clara se desvanecen ante la convicción de Pedro en esa felicidad gris.

Así, el texto de Ursi adquiere dimensiones que exceden el conflicto concreto para acercarse a planteos más grandes acerca de la felicidad y sus vericuetos.

Si bien la pieza no ha sido escrita en clave femenina, el personaje de Clara le imprime su tono a todo el texto dramático y también a la representación: esas telas verdes que atraviesan el escenario no solo dan cuenta del oficio de Pedro sino también de lo “envuelta” que está Clara en el conflicto amoroso. Siempre una octava más arriba, como dice Pedro, Clara se muestra débil, dependiente y poco clara, sin protección. Para ella, Pedro viene a reparar el pasado, un pasado construido a fuerza de abandonos, un padre omnipresente y una violación.

La idea de arrastrarse domina el escenario: Clara parece arrastrarse para conseguir el amor de Pedro o como reza la canción, parece una “tonta en seguirlo” antes las rotundas negativas de él.

Pero frente a lo frágil y exacerbado femenino, lo masculino no resulta mucho más atractivo. Pedro puede permitirle a su deseo un fin de semana junto a Clara pero no mucho más: la rutina y una mujer que no lo desordena son parte de la fórmula que Pedro encontró para sobrevivir. Al igual que Clara, Pedro también se arrastra, como un perro. Así, lo oscuro de ambos se contamina y ninguno puede suavizar el dolor del otro porque se trata de dolores mucho más antiguos.

En poco más de una hora, la puesta de Ordano va creciendo hasta llegar a un final en que el texto y la actuación tejen un climax insospechado al inicio de la pieza. Karina Buzeki en el rol de Clara, le imprime a su criatura un tono preciso mezcla de ingenuidad y locura a la vez que Roberto Ponce como Pedro, aporta desde la actuación los pasajes más “graciosos”. Ambos saben además transitar diferentes estados actorales en una puesta que los precisa.

Con una iluminación que pretende crear una atmósfera onírica, Noche de perros es una interesante propuesta que, más allá de indagar sobre lo amoroso, intenta reflexionar sobre su reverso. Sobre el lugar en donde estamos y sobre aquel en el que nos gustaría estar.