Carcajada Salvaje

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Por Fabián D´Amico

Fuerte y ácida comedia, estructurada en base a monólogos, que utiliza la risa como medio atenuador de una cruda realidad. Actuaciones y dirección de primer nivel artístico

Sobre un casi desnudo escenario, delimitado por una estructura de luces de neón que en ocasiones tiene algún significado simbólico de la situación que se representa, aparece una mujer y comienza hablar de manera incansable. Al poco tiempo se confirma verbalmente lo que se presupone por su neurótica actitud física.

La mujer relata un hecho que le ocurre en un súper cuando va a comprar una lata de atún, y esa situación dispara un sinfín de hechos fortuitos que afectan aún más a su psiquis dañada. Una debacle de hechos desgraciados que provocan la risa en la platea y que de no ser por ese efecto, el texto sería difícil de digerir.

Un comienzo que rememora en el inconsciente colectivo formado por quienes tienen más de cuarenta años a las creaciones de Antonio Gasalla en el recordado El palacio de la risa con esta actriz-una gran actriz-. que es Verónica LLinas. Pero en realidad es el primer momento, cuadro, stand up , de una comedia ácida compuesta por varios momentos que tienen relación entre si.

Una obra escrita por en el año 1987 por Christopher Durang, en claro homenaje al teatro del absurdo, y que lamentablemente tiene hoy una vigencia desgarradora. Una pintura de seres desprotegidos, marginados, bombardeados de cuanto método o curso para alcanzar la felicidad en pocas clases, que utiliza la risa, como mecanismo atenuador y catalizador de penas y fracasos.

La mujer no está sola y frente a su salida del escenario, ingresa un hombre no menos problemático. Un ser cargado de conflictos, que vive bajo slogans de autoayuda y afirmándose cosas que ni el mismo se cree. Sus ataques de ansiedad, de congelamiento ante una situación que escapa la rutina son retratadas con eficacia por Darío Barassi, al cual se lo nota muy contenido y marcado por la directora.

Si bien las risas de la audiencia provoca cierta complicidad ante una cuarta pared inexistente, no hay en Carcajada salvaje el menor resabio de improvisación o como se dice en la jerga teatral “morcilleo”, ya que son pocos los momentos de contacto entre estas dos personas y ese encuentro es la parte más débil de la obra en cuanto a dramaturgia.

Todo es de excelencia en Carcajada Salvaje, las actuaciones, la dirección de Corina Fiorillo , los rubros técnicos. El único punto en contra es lograr entra en el juego que propone la obra: reinos de nuestras propias miserias, ponernos frente a un espejo despiadado que nos devuelve distorsiones y carcajadas de dos personas que los une más el espanto que el amor, parafraseando el conocido poema de José Luis Borges.