Cachafaz

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Por Fabián D´Amico

Creativa transposición de un texto de Copi al género de la comedia musical. Antológicas actuaciones protagónicas.

Muchos críticos y estudiosos del teatro consideran a Cachafaz, última pieza del controvertido Copi como un sainete dramático aunque ésta se encuentra más cerca de ser un grotesco provocativo que una alegre pieza de inmigrantes. El universo al que nos propone entrar el autor en cada una de sus piezas es insoslayable y difícil de definir y ocurre lo mismo con esta obra que escapa a toda regla o métrica de un género.

Escrita en verso con un registro entre gauchesco y lunfardo, la historia de amor entre Cachafaz y la Raulito ocurre en un conventillo de baja calaña donde los espacios públicos y privados están bien delimitados y marcan acciones opuestas. La parte grotesca de la pieza ocurre en la pieza donde el amor homosexual de esta pareja se enfrenta a la ausencia de dinero que conlleva fracasos, corrupción, desmanes y miserias. En un espacio donde conviven imágenes icónicas del bien frente al mal (vírgenes junto a sendos cuchillos clavados en una mesa) y con un clima casi realista, la pasión de estos personajes tiene una proyección externa. El afuera de la habitación todo lo cambia, los roles ya no son tan definidos, lo masculino se debilita y la tragedia del protagonista empieza a gestarse.

El patio del conventillo no es el lugar donde habita el humor como en cualquier sainete. Es el espacio de la sociedad que juzga, que señala con el dedo, que margina lo diferente, el sitial de la autoridad representada por la policía que viene frecuentemente a apresar al Cachafaz por sus reiterados robos y el detonante de principio del fin de la historia. En un enfrentamiento con un oficial, el protagonista lo mata y frente al hambre, deciden faenarlo para poder comer “carne” y repartirla entre la gente del conventillo. Cachafaz pasa de ruin a héroe, de perseguido a perseguidor, de ser objeto de aprensiones a comerse a quienes lo persiguen. Como en toda tragedia, el derrotero del héroe tiene un solo camino y es el de la desgracia.

Armando Discépolo, el mayor exponente del grotesto criollo argumenta que el mismo es “El arte de llegar a lo cómico a través de lo trágico”. En Cachafaz lo cómico está ausente y solo el vocabulario vulgar y escatológico puede despertar alguna risa más nerviosa que placentera en la platea. La directora del espectáculo, Tatiana Santana, muestra un trabajo intenso desde la dramaturgia y potencia las infinitas lecturas que desde el propio texto se abren a la platea. Le da un aire nuevo a la historia al transformarla en un musical – por demás atípico y original-con anclaje en Uruguay y en consecuencia la música con raigambres afro americanos y de candombe creada por Rony Keselman . La presencia de los músicos en escena como integrantes más del conventillo y la coreografía de Mecha Fernández que mueve al coro de vecinos de manera acertada por el escenario remarcan los valores innovadores de la puesta, aunque la exagerada marcación actoral del elenco quiebra un tanto el clima del musical.

El texto potente y en cierto aspecto revulsivo encuentra en Emilio Bardi (Cachafaz) y Claudio Pazos (La Raulito) una pareja protagónica de excepción quienes logran matices apropiados, climas perfectos, visceralidad y pasional entrega al juego teatral que propone la directora. Santana realiza un trabajo minucioso y certero con ambos sin caer en los desbordes observados en el elenco. Un sinnúmero de cualidades que ambos actores ofrecen a sus criaturas y que se transmite con potencia a la platea, con el agregado del logrado desempeño de ambos en el canto (sobresale en este aspecto la labor de Pazos) a la vieja usanza es decir sin micrófonos ni amplificaciones.

Cachafaz es un plausible y original acercamiento al urticante mundo de Copi, en una innovadora transposición al lenguaje musical, con actuaciones para recordar. Un espectáculo para recomendar fervorosamente a todos los amantes del teatro alternativo que estén dispuestos a dejar sus prejuicios en el hall del teatro y se animen a vivir una movilizante experiencia teatral.