Aquí y a Jazz

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Por Fabián D´Amico

Entusiastas jóvenes bailarines y la voz de Marisa Ini, lo mejor del tributo a Bob Fosee.

Adentrarse en el universo de Bob Fosse es un tema complicado y riesgoso, más aún en Buenos Aires donde, desde el desembarco de Chicago, los fanáticos de los musicales tomaron su estilo como algo de culto y admiración. Muchos proyectos ideados, como el estreno de Fosse con Julio Bocca como protagonista repitiendo su performance de Broadway, y otros concretados forman parte de esta pasión por el estilo del coreógrafo americano.

Una particular forma de disponer a los bailarines, las coreografías donde el cruce de tobillos, los golpes de cadera, el balanceo de los hombros y las posturas inclinadas son marca de autor, trajes ceñidos al cuerpo, sombreros y guantes. Huellas imborrables de su estilo que se repite en Aquí y a Jazz, un tributo al artista ideado por Bettiana Toyos.

Este espectáculo está estructurado como un music hall, con predominio de lo coreográfico frente a las canciones. Un elenco de jóvenes bailarines ocupa el pequeño espacio del escenario del Velma desarrollando coreografías originales creadas por Bettina Toyos. Algunos temas de origen jazzístico poco conocidos por el gran público , partituras de Chicago recreando la atmósfera de la puesta vista en los teatros oficiales y un par de melodías emblemáticas dentro de la producción del artista son el condimento principal de esta producción donde aciertos y desprolijidades conviven como en toda propuesta del circuito alternativo.

El principal acierto es la elección del elenco donde se destaca la parte masculina con técnica precisa y depurada. Un conjunto de 18 bailarines que, con el paso del tiempo y mucho ensayo, tendrán asegurado el acceso a los coros de las principales comedias musicales de nuestro en país. Dentro del lenguaje netamente coreográfico, el inconveniente de Aquí y a Jazz proviene del aprovechamiento espacial del escenario. Con números solistas o dúos bien logrados, la coreógrafa, en afán del lucimiento de coreografías grupales, no tuvo en cuenta las dimensiones del lugar, convirtiendo buenos diseños en materializaciones nada cuidadosas, en especial, un final con todo el elenco interpretando Swing, Swing, Swing donde los movimientos resultaron torpes y encorsetados.

Marisa Ini demuestra todo su profesionalismo y reafirma que el jazz es parte de su ADN ofreciendo una memorable versión de Life Is Just A Bowl Of Cherries. No puede decirse lo mismo de Eduardo Marcos, carente del ritmo necesario para este estilo y en algunas ocasiones con fallas notorias de entonación. No se especifica el nombre de la bailarina que canta los temas de Chicago que si bien los hace con entusiasmo y ritmo, las pistas no son acordes para su registro vocal lo que provoca un deslucimiento en su performance.

Luces y sombras en un tributo a un coreógrafo irrepetible que permite el placer de ver a jóvenes bailarines en sus primeros acercamientos al mundo fascinante de Fosse y disfrutar de canciones emblemáticas del jazz en la voz de Marisa Ini .