¡Suenen bombos y trompetas!

Por Silvia Sánchez

Por primera vez, el Cirque Du Soleil se presenta en nuestro país y anuncia -con bombos y platillos- de que se tratará Saltimbanco.

La producción fotográfica es de Estudio Bottazzini - Scherbacoff
La historia del circo lleva más de veinte años. En 1982 un lanzallamas llamado Guy Laiberté, reunió a varios artistas callejeros y de aquel inicio hasta hoy, los números hablan por sí solos: una organización internacional con más de 3000 “empleados”, más de 800 artistas de 40 nacionalidades diferentes, más de 7 millones de personas que solo en el 2005 asistieron a sus presentaciones, 40 premios internacionales, más de 10 compañías girando por el mundo al unísono y así podríamos seguir....hasta el infinito.

Los números -precisamente- fueron el punto álgido de una conferencia de prensa anticipada y pomposa en donde a la proyección de un video con los momentos más representativos del circo y a la presentación de un pequeño número en vivo, le siguieron las preguntas de los periodistas, filosas sobre todo cuando apuntaban al costo de las entradas teniendo en cuenta la realidad del país.

Mas allá de la obsesión por los números (de los que preguntaban y de los que respondían), nos quedamos con la esencia de lo que a partir del 5 de mayo se podrá -desembolsando unos buenos billetes- ver: un espectáculo que intenta ser un antídoto contra la violencia y que ofrece una visión de la vida urbana basada en el optimismo y la alegría.

Para los hacedores: Saltimbanco es la celebración de la vida. Para los espectadores: la celebración de los sentidos: acróbatas, malabaristas, payasos, columpistas y esa música tan característica del circo del sol: bella, sutil y alegre. Otro antídoto.